La producción de este crustáceo de gran importancia para nuestro país se posiciona en el noveno lugar a nivel mundial, con un incremento del 25 por ciento entre 2012 y 2016, siendo el 2015 el año que alcanzó el máximo histórico en volumen con 4 mil 549 toneladas.

Baja California Sur fue el estado que encabezó la producción nacional en 2016 con mil 776 toneladas; en segundo lugar Baja California con 657 t.; en tercero Quintana Roo con 431 t.; en cuarto lugar Yucatán con 379 t.; y en quinto lugar Guerrero con 333 toneladas.

La principal entidad que aportó en valor de producción de langosta fue Baja California Sur, contribuyendo con el 50 por ciento del total nacional, es decir, generó 402 millones de pesos por dicho concepto.

En el comercio exterior, la langosta mexicana alcanzó mil 404 toneladas en 2016, representando un valor de 71 millones 957 mil dólares, al exportarse a países como Estados Unidos, China (Hong Kong) y Vietnam; mientras tanto se importaron a México 220 toneladas, con valor de 5 millones 377 mil dólares, de lugares de origen como Belice, Canadá y Honduras.

La langosta (Palinurus elephas) es un crustáceo decápodo que mide aproximadamente 35 centímetros. Su cuerpo se divide en cefalotórax (o cabeza) y abdomen (o cola).  Su método de captura es por medio de trampas conocidas como “nasas”, y la pesquería de langosta se realiza en los meses de octubre y marzo, que es cuando esta especie se encuentra a menor profundidad.

En México se considera un producto “gourmet”, cuya demanda en los últimos años se ha incrementado y por consiguiente su comercialización, ya sea entera o como colas de langosta fresca, refrigerada y congelada. Como alimento aporta al cuerpo yodo, selenio, zinc, proteínas, agua, fósforo y vitaminas E, B y B12.