El bienestar y la calidad de vida de una población están condicionados por la calidad del ambiente natural y social donde habitan. El estilo de vida de la sociedad actual ha generado actividades que son ambientalmente discriminatorias, que no sólo afectan a la propia  naturaleza, sino que también repercuten en la vida humana.

Pero ¿qué sucede cada vez que perdemos cobertura vegetal en nuestro país, ya sea por un incendio, la tala de árboles, el impacto de un fenómeno natural o por la construcción de una carretera o  el crecimiento de una ciudad?

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La afectación hacia la naturaleza y hacia el propio ser humano se puede apreciar en diferentes escalas y dimensiones, por ejemplo:

  • Pérdida de especies. Hay actividades humanas y naturales que modifican la dinámica del ecosistema y que originan el desplazamiento o muerte de diversas especies de animales y vegetales. Esto implica una menor disponibilidad alimentaria para diversas especies, incluido el ser humano.
     
  • Pérdida de materias primas. Hay reducción en medicamentos que son elaborados con plantas y elementos que se encuentran en bosques y selvas. Así como en prendas y muebles cuyos materiales se extraen de la naturaleza.
     
  • Calidad de Agua y Oxígeno. Al no contar con suficientes árboles y plantas que capturen la enorme cantidad de emisiones de CO² que emitimos, la calidad del aire se ve reducida. De igual forma, al no existir los elementos que favorecen la continuidad del ciclo hidrológico, se reduce el agua disponible para consumo humano.
     
  • Aumento de los Desechos. Muchas de las acciones que realizamos en la tierra impactan la vida marina. El mal manejo de residuos provoca que la basura llegue al mar, afectando los arrecifes y las especies marinas. No olvidemos que la salud del mar es de vital importancia, pues más de la mitad del oxígeno en el planeta proviene del mar.
     
  • Enfermedades. Al no vivir en un entorno saludable nos exponemos con mayor facilidad a enfermedades, nuestro sistema inmune se debilita y la proliferación de especies nocivas para el hombre aumentan, como el caso del mosquito que transmite el dengue.

¿Has notado que cuando visitas un lugar con muchos árboles, te llenas de tranquilidad y el estrés desaparece? Es porque la naturaleza influye en nuestros estados emocionales y conductuales. Por ello, es importante que cuidemos las áreas verdes que nos rodean.

Por todas estas razones debemos cambiar nuestra actitud hacia el cuidado y protección de la naturaleza.

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Aquí algunas acciones que puedes poner en marcha con amigos y familiares:

  • Al visitar un parque, evita dejar basura.
  • Hazte consciencia sobre tus patrones de consumo: rechaza productos sobre envueltos, reutiliza lo que tienes, recicla aquel material que pueda ser de utilidad.
  • Cambia tus fuentes de energía en el hogar, coloca paneles solares.
  • Construye en casa un sistema de captura y almacenamiento de agua de lluvia.
  • Consume productos locales y de temporada.
  • Comparte con más personas tu vehículo.
  • Desconecta los aparatos de tu hogar cuando no los utilices.
  • Coloca bebederos y refugios para los animales.
  • Planta árboles nativos de tu localidad.
  • Crea tu propio huerto familiar.
  • Separa tus desechos y con los residuos orgánicos elabora composta.
  • En tus diferentes actividades, haz un uso consiente y racional del agua.
  • Ropa y juguetes que ya no ocupes y se encuentren en buen estado, dónalos a personas que los necesiten.
  • Cuando los aparatos electrónicos y pilas dejen de funcionar, llévalos a un depósito destinado para su adecuado manejo.
     

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Toda acción, por pequeña que sea, contribuye a nuestra vida.

18 de octubre, Día Internacional de la Protección a la Naturaleza

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