Los anfibios pasan su vida entre el agua y la tierra, su piel tiene numerosas glándulas, cuyas secreciones ayudan a protegerla manteniéndola húmeda cuando se encuentran fuera del agua. Además secretan sustancias pegajosas útiles en el apareamiento o tóxicas que amedrentan a sus depredadores.

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Estos organismos se dividen en tres grupos: sapos y ranas (Orden: Anura), salamandras y ajolotes (Orden: Caudata) y cecilias o tapaculos (Orden: Gymnophiona).

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Uno de los anfibios endémicos que tenemos en México es el Ajolote (Ambystoma mexicanum), esta especie tiene adaptaciones asombrosas, como la capacidad única de regenerar cada parte de su cuerpo. 

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Es completamente acuático, debido a que permanece en su forma larvaria, sin presentar metamorfosis. Requiere condiciones adecuadas de oxigenación del agua: vive en lagos, pozas y canales.   

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¿Sabías qué? 

 El Ajolote mexicano, es la especie de anfibios más estudiadas en el mundo, a nivel fisiológico, genético, y como modelo en el estudio de la biología del desarrollo.

 

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