La Ballena Jorobada se explotó comercialmente hasta casi extinguirse; desde 1966 la Comisión Ballenera Internacional (CBI) prohibió su caza y actualmente sus poblaciones parecen recuperarse.Sin embargo se necesita estudiar y proteger en forma específica a estos animales porque sus hábitos costeros los hacen particularmente vulnerables a los efectos de perturbación antropogénica tales como contaminación química, tráfico de embarcaciones, turismo, desarrollo urbano, pesquerías, cambio climático y agentes de mortalidad natural como mareas rojas y epizootias. Bajo este contexto un programa de esta naturaleza debe procurar que la especie se recupere en términos de abundancia, distribución y calidad de diversas variables biológicas así como tratar de que esta recuperación minimice los efectos causados por los humanos en la evolución de la especie a través de métodos de validez científica para evaluar los resultados y diseñar estrategias adecuadas de acción en el ámbito de nuestro país.
De aquí se desprende la necesidad de contar con un programa integral enfocado a la conservación de las especies en riesgo donde éstas se encuentren (dentro o fuera de Anp), que contribuya a realizar sinergias entre las Anp, coordinar los diferentes actores a nivel nacional y priorizar junto con éstos las acciones de conservación.