Por Rafael Diep

A todos nos ha pasado que tenemos toda la intensión de concluir un reporte, un informe, o un trabajo que está pendiente de entregar en una fecha y hora específica, y nada más no lo concluimos, aunque el plazo de entrega ya lo “tengamos encima”, y es entonces que tenemos que trabajar a toda marcha, con la angustia de no terminar a tiempo y que pueda quedar mal, porque ya no nos da tiempo de darle la mejor presentación y/o revisar si es que lleva algún error de “dedo” o precisión en los datos que incluimos.

A esto, los expertos le llaman procrastinación, que es el hábito de posponer o postergar las cosas, y eso afecta tanto nuestra vida personal, como la laboral.

Esto pasa porque en nuestro interior consideramos esa tarea como algo que nos frustra o nos aburre, y evitarla nos permite escapar de esas emociones negativas, según lo explica Tim Pychyl, profesor de psicología en la Universidad de Carleton en Ottawa; y procrastinamos porque preferimos sentirnos bien; aunque en realidad la emoción negativa se extrapolará cuando estemos rebasando el plazo marcado de entrega, y se aumentará porque nos reprocharemos no haberlo empezado con el debido tiempo.

Consulta el artículo completo en la Revista Mundo del Trabajo No. 143