En muchas ocasiones hemos hablado de la importancia de la productividad, porque es esencial para poder trabajar mejor e incrementar nuestros ingresos a nivel personal; pero para alcanzar la productividad es necesario trabajar en la educación.

Recientemente Carlos Kasuga Osaka, Director de Yakult (un mexicano hijo de migrantes japoneses), dio una conferencia magistral, durante la Reunión Anual de Industriales y mencionó que es indispensable hacer un cambio de mentalidad, y eso solo es posible a través de la educación.

Señaló que México es 5 veces más grande que Japón, tiene una riqueza de flora, fauna y minerales, con un clima privilegiado y, sin embargo, Japón es la tercera potencia más rica del mundo (produce la riqueza equivalente a la de toda América Latina).

Para cambiar esto es necesario hacer un cambio de actitud. Entender que los mexicanos somos la gente más afortunada. Si a México le va bien, a todos nos va a ir bien, si a México le va mal, a todos nos va a ir mal.

Cómo le puede ir bien a México, trabajando más, estudiando más, ahorrando más, gastando menos, desperdiciando menos, aprovechando más las cosas, teniendo nuestro lugar de trabajo y vivienda cada vez más limpios. Si todos hacemos esto, México en poco tiempo será una de las potencias más ricas de la tierra; y esto solo es posible si cambiamos la forma en que somos educados.

Dijo “yo he tenido la fortuna de viajar por muchos pueblos y ciudades de la república mexicana y lo que me sorprende, lo que me llama la atención es que en la mayoría de los pueblos y de las ciudades, los empresarios son de origen extranjero. Son libaneses, judíos, árabes, franceses, armenios, turcos, chinos y hasta japoneses; mientras los empleados siempre son los mexicanos, y es necesario que haya más empresarios mexicanos, porque los empresarios generan empleos productivos y riqueza.

Los cambios de mentalidad que se requieren deben estar basados en valores:

• Respeto.

La sociedad mexicana les ha perdido todo el respeto a los maestros, ahora cualquier persona les “gritonea”, los ponen en ridículo y el resultado es que educan a los niños con mucho temor, con mucho miedo.

*Consulta el artículo completo en la Revista Mundo del Trabajo No. 124