Si hay alguna planta que identifique a México ante el mundo son las cactáceas, tanto que en la bandera mexicana aparece una: el nopal. Otra que se ha utilizado para caracterizar a nuestro país constantemente son los sahuaros.

Esta singular vegetación se distribuye de manera natural desde Canadá hasta la Patagonia en Argentina, incluyendo Las Antillas, pero nuestro territorio resguarda gran parte de las especies, esto es un 40% de las 1,500 que hay en todo el continente americano.

/cms/uploads/image/file/532943/Bosque_seco_-_Nuevo_Leon_15.jpg

Además, de las 700 especies que hay en México, el 85% de ellas son únicas. Es decir, no existe ningún otro lugar en el mundo donde crezcan.

Aunque se desarrollan en diferentes ecosistemas, las zonas semiáridas son su hábitat natural principal. Las entidades federativas con mayor número de especies son Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí y Oaxaca.

/cms/uploads/image/file/532945/IMG_6799.jpg

Peligrosamente hermosas

La palabra cactácea deriva del griego “káctos”, utilizado para nombrar una especie de cardo espinoso.

Antes de la conquista española, Europa no conocía a las cactáceas, a los colonizadores les parecieron tan singulares que comenzaron a sacarlas del país. Lo primero que se llevaron fueron los nopales, a los que llamaban “higos chumbos”. De ahí se popularizaron en todo el mundo.

Se consideran de las más bellas plantas por la peculiar forma de sus tallos, el color y forma de sus flores y las espinas.

/cms/uploads/image/file/532944/Bosque_seco_-_SLP46.jpg

Además, son muy admiradas por ser plantas altamente evolucionadas, tanto que han logrado adaptarse a los climas más extremos y para defenderse de depredadores desarrollaron espinas en lugar de hojas, son longevas, de lento crecimiento, pero la característica principal es su capacidad de sobrevivir largos periodos sin una sola gota de agua, tanto que algunas de ellas son capaces de vivir seis meses con la raíz fuera de la tierra.

Pero tanta belleza le ha resultado contraproducente a esta familia de plantas.

/cms/uploads/image/file/532946/Mammillaria.jpg

Las espinas que las caracterizan no han sido impedimento para ser constantemente extraídas de su hábitat natural, al grado que están en alto riesgo incluyendo varias especies endémicas como en Coahuila la Echinocereus nivosus o la Mammillaria lenta, en Nuevo León la Ariocarpus scaphirostris, en San Luis Potosí las Aricocarpus bravoanus, Pelecyphoro aselliformis y Turbinicarpus lophophoroides, en Oaxaca la Mammillaria herdandezii y Ortegocactus macdougalli y en  Hidalgo los conocidos como “viejitos” (Cephaolcereus senilis).

/cms/uploads/image/file/532952/Viejito.JPG

El saqueo de cactáceas de su hábitat natural afecta directamente a gente que las produce legal y sustentablemente, empobrece la biodiversidad nacional y se considera, además, un robo a la nación.

La Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) dentro de sus programas tiene como objetivo que los ejidos y comunidades de zonas áridas y semiáridas realicen trabajos productivos sustentables y con ello se proteja su hábitat.

Algunas estrategias encaminadas a la preservación de las cactáceas son la protección de germoplasma, la reforestación y la propagación y cultivo de cactus en viveros.

/cms/uploads/image/file/532948/Para_receta_Biznaga.jpg

El mercado de la melancolía

Un ejemplo de un proyecto productivo sustentable lo tiene Sinaloa.

Esta entidad tiene una cactácea tan emblemática que gracias a ella obtuvo su nombre. Es el cardón pitayo (Stenocereus queretaroensis) que caracteriza múltiples paisajes de la entidad. Sinaloa significa “Pitaya redonda”.

/cms/uploads/image/file/532951/Pitayo_.jpg

La recolección del fruto, que es la pitaya, forma parte de la economía de cientos de familias. Esta fruta es de existencia efímera, pues el cardo la produce solo dos meses al año, se madura en una noche y se tiene solo tres días para consumirse antes de que se descomponga.

Con el apoyo de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), el ejido San José del Valle del municipio de Badiraguato, Sinaloa hizo el estudio en el que obtuvieron permiso de la SEMARNAT para aprovechar 5,000 hectáreas para extraer legalmente 13, 833,650.00 kg de frutos.

/cms/uploads/image/file/532949/Pitaya_.jpg

Como la pitaya no tiene vida de anaquel, la comunidad invirtió los apoyos del programa Servicios Ambientales de la CONAFOR para comprar equipo y capacitarse sobre los productos alternos que podrían hacer con este fruto, algunos de ellos que ya fabrican son mermeladas, galletas, salsas, entre otros.

Les ha resultado un buen proyecto ya que la materia prima que es la pitaya a la comunidad no le cuesta nada.

El proyecto inició en 2012 y el nombre de la empresa es Pitayas Golden.

/cms/uploads/image/file/532950/Pitayas_golden_.JPG

Su estrategia de venta ha sido hacia el “Mercado de la melancolía”. La pitaya es un fruto que mucha gente ha visto en campo o la probaron siendo niños, así cuando este publico ve un producto con este fruto a la venta les trae recuerdos de su infancia y tienden a comprar, pero el sabor y la calidad ha sido el secreto por el cual la gente sigue consumiendo e incrementando las ventas.