Empezó la primavera y las mariposas que viajaron más de 4 mil kilómetros desde Canadá y Estados Unidos, a los sitios de hibernación en México, cumplieron su ciclo de vida.

Esta temporada, el Estado de México albergó a seis de las nueve colonias que llegaron al país, según datos de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y la alianza con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) con una ocupación de 2.4 hectáreas de bosque en la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca.

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La colonia más grande se instaló en el Santuario de Palomas, en el ejido San Antonio Albarranes, zona forestal que le proporciona a las mariposas protección ante climas extremos.

Es el estado de conservación de los santuarios lo que permitirá el retorno de esta especie en una nueva travesía a finales de este año.

La estrategia que se sigue contempla comités de vigilancia ambiental en los ejidos y comunidades, la difusión de la importancia del cuidado de la Monarca en las zonas aledañas a los santuarios y el mantenimiento de su hábitat en las rutas migratorias.

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Su visita incentiva la actividad de los santuarios como zonas turísticas, generan empleo para los ejidatarios y promueven la conservación de las tradiciones de los habitantes de los pueblos cercanos, quienes creen que las mariposas son las almas de sus antepasados y vienen a visitarlos.

El mantenimiento de los santuarios hará que las nuevas generaciones de mariposas sigan la misma ruta migratoria de sus ancestros y ocupen los árboles que fueron hogar de sus tatarabuelas.