Una vez al año, el pueblo zapoteca de Macuiltianguis, ubicado dentro de la Sierra Norte del estado de Oaxaca, realiza una actividad llamada “Tequio” o trabajo no remunerado.

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Consiste en que las autoridades comunales convocan a la gente integrante para que realicen labores en torno al beneficio común. Va desde la limpieza de los tanques de agua potable, reparar caminos, cortar maleza en zonas forestales para que los pinos crezcan, mantener la brecha cortafuego, reforestar o apagar incendios forestales, en caso de que los haya.

El tequio es un deber que todas las personas de la comunidad tienen que cumplir, o bien pagar para que alguien más lo haga, a fin de que aunque ya no vivan ahí, puedan hacer su contribución al pueblo donde nacieron.

Una vez terminado el tequio, las autoridades anotan los nombres de que quienes no cumplieron, y les cobrarán una multa, misma que la comunidad impone.

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Esto es un ejemplo de cómo los usos y costumbres contribuyen a un buen manejo forestal, donde además, basan con sus creencias espirituales y conocimientos tradicionales, los tiempos para colectar semilla, siembra, corte, reforestación, podas, manejo de plagas, entre otros.

Esta comunidad, es una mezcla de costumbres españolas con cultura prehispánica, por ejemplo, cada 25 de enero celebran al santo patrón San Pablo desde el siglo XVI cuando el catolicismo se convirtió en un aspecto de la vida comunitaria, pero además siempre agradecen a la madre tierra por las cosechas y el buen clima.

Hoy en día, aunque la mayor parte de la población ya solo habla español, las autoridades comunitarias están haciendo un esfuerzo importante para recuperar su lengua originaria que es el zapoteca y con ello conocimientos ancestrales.

Macuiltianguis es un claro ejemplo de lo bueno que sucede cuando se mezcla la sabiduría de los pueblos indígenas, la participación de la gente, la cultura y la lengua en los ecosistemas forestales: un círculo virtuoso de conservación, aprovechamiento y autonomía económica para la comunidad.

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Bien común, no individual

Oaxaca tiene una particularidad. Muchos de sus pueblos trabajan para el bien común y no el individual, es decir, lo que genera el pueblo, es para mejorar al pueblo.

Conviven con la cosmovisión de pedir permiso y agradecer a la madre tierra, antes de tomar cualquier elemento de ella.

Por ejemplo, antes de empezar un ciclo de corta de árboles, las comunidades piden permiso al espirítu del bosque, a quien llaman “Chaneque”,  hacen una ceremonia donde ofrendan y piden un buen ciclo, a cambio prometen respeto y cuidado.

Aprender de las comunidades indígenas

La población indígena tiene saberes y conocimientos tradicionales del acceso, uso y manejo de los recursos forestales.

Un total de  9,407,296 personas indígenas habitan y poseen territorios forestales que van desde boques, selvas, zonas áridas y semiáridas, donde combinan la riqueza cultural que tienen.

Según los datos de FAO (2018), nueve de cada diez ejidos y comunidades con población indígena, disponen de algún recurso natural (pastos, bosques, selvas, piedra, grava, arena, materiales metálicos y recursos acuícolas).

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Por su parte, el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) indica que cerca de 50% de las cabeceras más importantes de las cuencas hidrográficas del país están ocupadas por pueblos indígenas; las regiones de mayor precipitación pluvial están en sus territorios, donde se capta el 23.3% del agua del país.

Los pueblos indígenas tienen una identidad propia basada en su relación con el territorio.

Reconocen el espacio que habitan como fuente de su identidad, de su sustento material y de la relación espiritual, de derechos y de vida, su concepto de territorio incluye los recursos naturales, por ello es de vital importancia la defensa del territorio porque significa defender el derecho a existir.

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Lo convierte no solo en patrimonio natural sino cultural, en esta interrelación, la comunidad ha aprendido a relacionarse con este espacio, desarrollando estrategias a lo largo de los años para la defensa y conservación de los recursos forestales.

En este sentido se ha logrado desarrollar conocimientos capaces de resguardar este patrimonio natural y cultural de la comunidad.

Es por ello, que la relación que existe entre los ecosistemas forestales y las poblaciones indígenas es muy estrecha.

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Este 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas, celebremos y conservemos la sabiduría que nos ofrecen para un uso sustentable de nuestros recursos forestales.