Cuando un árbol muere y permanece en pie puede convertirse en hábitat de aves, mamíferos, algunos reptiles y anfibios.

Una de esas especies es la cotorra serrana de occidente (Rhynchopsitta pachyrhyncha), un ave que hace 50 años su población alcanzaba las montañas de Arizona y Nuevo México, posiblemente el oeste de Texas y Utah en Estados Unidos, pero que hoy está extinta en esos lugares.

Aunque todavía habita en bosques templados de México que van desde Chihuahua hasta Jalisco no se encuentra a salvo, ya que está catalogada mundialmente como “En peligro (EN)”, en la lista roja por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y en México como “En peligro de extinción (P)”, en la NOM-059-SEMARNAT-2010.

Una de las principales causas es la pérdida del hábitat.

La cotorra serrana hace sus nidos en los huecos de árboles de hasta 200 años de edad, principalmente  álamos (Populus tremuloides) o abetos (Pseudosuga) que generalmente se encuentran en bosques antiguos y bien conservados.

Por eso, cuando se observan estas aves en algunos bosques es síntoma de que el ecosistema goza de buena salud y es prioridad salvaguardar la biodiversidad que contiene.

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Con el programa de Pago por Servicios Ambientales de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) se ha invertido 12 millones de pesos en proyectos de restauración de suelo y conservación 7 mil 614 hectáreas de bosque templado en los municipios de Guadalupe y Calvo, Temósachic y Madera en Chihuahua donde anida el ave.

Entre las obras realizadas están la restauración de  suelos para captar agua, colocación de letreros que anuncian la presencia de la cotorra pero, sobre todo, capacitación sobre la importancia de cuidar la biodiversidad, para las personas dueñas de esos terrenos.

También se conformaron brigadas de protección contra incendios forestales y se realiza monitoreo de plagas.

Las brigadas han sido capacitadas por la CONAFOR en coordinación con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).

Esta última labor es de suma importancia para la conservación de la biodiversidad debido a que los árboles secos o casi muertos son altamente vulnerables ante el fuego y las enfermedades.


Ave de costumbres

La cotorra serrana es monógama. Una vez elegida su pareja no vuelve a tener otra en toda su vida.

Los bosques de Chihuahua las reciben en abril cuando se preparan para incubar sus huevos.

Cuando elige el árbol que le servirá de nido, utiliza la misma cavidad año con año.

Mientras la hembra empolla los huevos, durante los meses de julio y agosto, el macho recorre los bosques en busca de las mejores semillas de los pinos, para alimentar a la familia.

Cuando nacen los polluelos comparten el cuidado.

Generan fuertes vocalizaciones ya sea para comunicarse, buscar alimento o para alertar de amenazas.

En octubre, al comenzar el frío, la familia completa emprende su vuelo hacia el sur del país en búsqueda de un lugar más cálido y con semillas disponibles.

Es capaz de desplazarse hasta 40 kilómetros por día formando parvadas desde su zona de descanso a su área de alimentación.

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Al cuidado de su hogar

Cebadillas de Bisaloachi y Madera en Chihuahua son dos de las principales áreas de anidación, estudiadas hace más de 30 años ya que son bastiones importantes para la reproducción de la especie.

El área  núcleo de la principal zona de anidación de Cebadillas- Bisaloachi está protegida mediante mecanismos de colaboración establecidos entre Pronatura y The Wildlands Project con el ejido Tutuaca, propietario del bosque.

También existe un decreto federal que establece a la zona como una reserva forestal.

Los sitios recomendados para proteger son Las Bufas, en el oeste de Durango (que es la localidad más al sur donde puede encontrarse actividad reproductiva de la especie); Cebadillas-Bisaloachi región Yahuirachic y Madera, en el centro de Chihuahua; así como Mesa de las Guacamayas, en el norte de Chihuahua.