El fuego es producido directamente por perturbaciones naturales que han sido comunes a lo largo de la historia, que son originadas por factores ambientales, sin embargo, actualmente las causas de los incendios forestales están relacionadas con el factor humano, pues sus actividades provocan el 99% de los incendios forestales

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Tales causales han generado regímenes de fuego alterados: han provocado que el fuego se presente en sitios donde antes no estaba, en periodos de tiempo en los cuales no se presentaba y en magnitudes muy lejos de las naturales; condiciones a las cuales los ecosistemas no están adaptados.

Por otro lado, el cambio climático ha originado cambios en el medio ambiente, que asociados con los agentes que actualmente originan los incendios forestales, han propiciado que el fuego se presente más agresivo y han generado condiciones que amenazan la permanencia de especies animales y vegetales que habitan en estos ecosistemas. Aunado a esto, los periodos prolongados de sequía generan condiciones de sequedad del material combustible lo que favorece una mayor intensidad calórica, mayor residencia del fuego en el sitio, es decir que dura más tiempo ardiendo en el mismo lugar, y daños más severos al ambiente.

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Incendios en Nuevo León y Coahuila: descuido humano

Un ejemplo de estas condiciones fueron los incendios ocurridos en el pasado mes de marzo en los estados de Nuevo León y Coahuila, conocido como Complejo de Incendios Forestales de Coahuila – Nuevo León.  El complejo de incendios comprendió cuatro incidentes, uno de ellos, el que más superficie afectó, se presentó en los límites de ambos estados; inició en el municipio de Arteaga, Coahuila y abarcó hasta el municipio de Santiago en Nuevo León, con lo que afectó una superficie mayor a las 7,000 ha en conjunto.

En este incidente se conjuntaron variables que causaron uno de los incendios forestales más intensos en la historia de ambos estados. Entre las variables están: El incidente se presentó en una zona de interfaz urbano forestal,  como consecuencia del descuido con el uso del fuego, por parte de los paseantes.   El fenómeno ENOS La Niña ha ocasionado una sequía acumulada desde octubre de 2020, condición que propició la disposición del combustible forestal; la presencia de frentes fríos también favoreció la propagación del fuego, dadas las intensas ráfagas de viento, y finalmente la falta de manejo de combustibles promovió la acumulación de este material.

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La presencia de estos incendios puede parecer a simple vista devastadora, pero la realidad es que se requiere una evaluación detallada, realizada por personal técnico calificado que permita determinar el daño real en el ecosistema y las acciones de restauración necesarias.

La evaluación y monitoreo permiten documentar información básica para detectar y caracterizar tendencias de comportamiento del fuego, las cuales sirven de guía para enfocar las acciones del manejo sustentable de los recursos forestales. Por ello la Comisión Nacional Forestal, de manera coordinada con la Comisión de Áreas Naturales Protegidas y el Gobierno del Estado de Nuevo León, realizaron una evaluación del sitio quemado, donde personal técnico multidisciplinario recolectó información del sitio que permitirá determinar cuáles son las acciones a corto, mediano y largo plazo que propicien la recuperación de este ecosistema.

El grupo de trabajo realizó la evaluación del área afectada utilizando metodologías para determinar la severidad que tuvo la presencia del fuego en las zonas más afectadas, identificadas a través de imágenes de satélite.

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En la actividad participaron dos técnicos de la Universidad Juárez de Durango, tres técnicos de la Conanp, cuatro representantes de la Comunidad de San José de Boquillas, un técnico del Gobierno del Estado de Nuevo León, personal de la Gerencia Estatal de la Conafor en Nuevo León, tres técnicos del Centro Regional de Manejo del Fuego Noreste, cuatro técnicos la Gerencia de Reforestación y dos técnicos de la Gerencia de Manejo del Fuego de la Conafor.

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Los incendios forestales de alta intensidad provocan impactos negativos en los ecosistemas, sin embargo, la experiencia ha demostrado que es el esfuerzo conjunto entre el sector social, académico, los gobiernos de los municipios y los estados, así como las instancias de la Administración Pública Federal, que al trabajar de manera coordinada, permiten mitigar los efectos negativos y actuar de manera oportuna para proteger los bosques.   Eventos como el Complejo de Incendios Forestales de Coahuila – Nuevo León, nos recuerdan que todos somos responsables de cuidar los bosques y selvas, y de evitar descuidos que provocan este tipo de hechos tan lamentables.

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