Los días en Costa de San Juan, ubicado en el sistema lagunar Alvarado, en Veracruz, inician a las cinco de la mañana para dar mantenimiento a las chinampas que sostienen al mangle.

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Habitantes del ejido Costa de San Juan,  se dedican a la restauración de lo que consideran su casa, un bosque de mangle rodeado de agua dulce, al que sólo se tiene acceso en lanchas sobre canales flanqueados por gaviotas.

Desde que decidieron conservar su ecosistema y restaurarlo, han construido 22 mil chinampas, en las que han establecido 126 mil plantas.

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Cada una de las chinampas sirve de plataforma para cinco plantas y evitan que se ahoguen cuando el agua del canal sube de nivel. Su construcción requiere de la fuerza de tres hombres, quienes manualmente cimentan montículos de lodo de un metro cuadrado para formarlas.

"El trabajo diario es duro porque en medio del lodazal caminamos para ir abriendo brechas quitando hierba y plantando mangle, realizando desazolves de canales y todo eso bajo los rayos del Sol", relató Edel Fernández Chávez, secretario del ejido.

Por 30 años los ejidatarios de Costa de San Juan se dedicaron a la pesca, actividad que fue deteriorando el ecosistema hasta ponerlo en peligro. 

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Con el fin de conservar y aprovechar sustentablemente el manglar, en 2012 se acercaron a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) para obtener el permiso de aprovechamiento para el empleo sustentable de la Unidad de Manejo Ambiental (UMA) de mangle.

Para iniciar los trabajos de restauración y conservación aprendieron, con apoyo de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), a elaborar chinampas y a darles mantenimiento.

Han restaurado 112 hectáreas de mangle, superficie que fue siniestrada en 2011 por un incendio forestal.

El desazolve es una tarea imprescindible en su mantenimiento, liberar los canales del lodo y pasto seco, facilita el paso de agua a las chinampas y favorece el crecimiento del mangle.

"Nosotros nacimos literalmente entre los manglares, nos hemos criado con ellos y por eso nos asumimos como Hijos del mangle, los respetamos y queremos asegurar que nuestros hijos sigan conservando estos pulmones, que son patrimonio no sólo de los ejidatarios sino de todo el mundo", compartió Abel Fernández, presidente del ejido.

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La organización y perseverancia de los Hijos del mangle en la conservación de una superficie de 300 hectáreas, ha sido ejemplo para otros ejidos de la zona como El Tarachi e Isleta que también obtuvieron permiso para el aprovechamiento forestal sustentable de este ecosistema.

Los manglares proveen beneficios ambientales como la protección a las zonas costeras de huracanes y control de inundaciones.

Son fuente de nutrientes para ecosistemas vecinos como arrecifes de coral, además de ser hábitat de especies de fauna flora tanto marina como terrestre. 

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México se ubica como el cuarto país con mayor superficie de manglar, con 764 mil 486 hectáreas, lo que representa el 4.5 por ciento de la cubierta de este ecosistema en el mundo.