Marisol Gama, oriunda de Michoacán y arqueóloga de profesión, es hoy en día una combatiente mexicana que trabaja en la frontera con Estados Unidos.

Juega también un rol extra, trabaja como recurso independiente (puede laborar con cualquier brigada) ya que su papel consiste en evaluar los recursos culturales que el fuego pone en riesgo.

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Su historia comenzó cerca del Río Bravo, cuando dentro de una cañada vio un incendio forestal. Entre las llamas distinguió a “Los Diablos” una brigada de combatientes mexicanos que trabaja en los límites de ambos países.  

La imagen le gustó tanto que decidió perpetuar el momento. Así que con cámara en mano ingresó a un lugar lleno de vegetación, ignorando que esa acción podría costarle la vida, pues estaba parada justo donde el fuego podría propagarse con mayor facilidad, dada la cantidad de vegetación disponible para quemar.

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Para su fortuna, Los Diablos alcanzaron a verla y le notificaron al jefe de la brigada quien la sacó de ahí. Al ver que ella no mostró miedo frente al incendio, aquel hombre le dijo en idioma inglés: You're brave, but you need training “Eres valiente, pero necesitas entrenamiento”.

Luego de dos años de capacitación en Nuevo México, Estados Unidos y otras en México, supo que Los Diablos necesitaban renovar el personal y Marisol aplicó convirtiéndose en la primera Diabla, haciendo equipo con 33 hombres de Chihuahua y Coahuila, quienes combaten en la frontera con Texas.

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No obstante, Marisol recuerda que en una ocasión cerca del Río Bravo, donde la vegetación se quema a gran velocidad, todo se volvió un caos y aunque daban las instrucciones por radio ella no estaba segura de entenderlas correctamente, así que decidió aprender bien el idioma inglés al comprender que una equivocación no solo le costaría su la vida, podría costar la vida de toda la brigada.  Eso la empujó a prepararse mejor.

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La brigada de Los Diablos trabaja en diversos parques nacionales de Estados Unidos, entre ellos el Parque Nacional del Sahuaro y el Big Bend, y hacen equipo con las brigadas mexicanas cuando es necesario.

Frontera invisible

Entre países, existen terrenos con una línea divisoria que estando sobre ella, nadie es capaz de distinguirla.

La naturaleza no sabe divisiones políticas y cuando ocurren incendios forestales, el fuego no comprende de límites, en esos casos ambas naciones conjugan acciones para la atención del mismo.

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En el norte de México, los estados de Baja California, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sonora y Tamaulipas hacen frontera con Estados Unidos.

Entre ambos gobiernos se tienen convenios para pasar cierto límite en las fronteras y atender los incendios forestales.

En estas seis entidades la Comisión Nacional Forestal (Conafor) cuenta con 21 brigadas conformadas por 193 personas combatientes que atienden en caso de ser necesario.

Para las brigadas mexicanas el idioma no es una limitante, además de que varios bomberos forestales (como se les llama en Estados Unidos) son hijos de padres mexicanos, por lo que muchos de ellos pueden comunicarse en español.

En el momento de un incendio, no hay distinciones de cultura o raza, son equipos trabajando para sofocar el fuego.

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Lo mismo ocurre hacia el sur, donde México hace frontera con Belice y Guatemala.

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Para estos casos, la Conafor tiene en Quintana Roo 13 brigadas y 135 combatientes para atender la frontera con Belice en caso de necesitarlo, en tanto que Campeche, Tabasco y Chiapas dispone de 16 brigadas y 137 personas para atender sus estados y si se requiere, hacer colaboración en la frontera con Guatemala.

Lo que el fuego se llevó o puede llevarse

Aunque Marisol Gama inició su carrera con el fuego como parte de la brigada Los Diablos, hoy en  día es Resource Adviser independiente.

“…se traduce como manejadora de recursos culturales independiente. Es decir puedo trabajar con cualquier brigada que me necesite a lo largo de todo el país” explica.  

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Se trata de una figura que determina la protección de la cultura, la historia que guardan las áreas naturales, ya que de ellas se desprende identidad, patrimonio e historia.

“Por ejemplo, cuando se quema una cueva, no saben toda la historia que lleva el fuego, se pierde para siempre… Lo mismo sucede con edificios que tienen algo que decirnos, por ejemplo las iglesias” señala Marisol.  

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Expresa que uno de sus objetivos es que esta figura exista en México, ya que aunque sí se toman en cuenta la parte cultural en los incendios, no existe una figura con designación tan específica como es su caso.

Piensa que es necesario que la sociedad mexicana comprenda con mayor amplitud que dentro de los bosques, en sus raíces hay una representación del pasado y por eso hay que proteger las hojas y las ramas.

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“Una sociedad que no sienta arraigo por su historia en la naturaleza, jamás sentirá la necesidad de protegerla”, explica.

Para ella no es fácil estar lejos, pues sabe que puede perder la vida en un incendio.