Juan Alberto Balam Canche es un combatiente de incendios forestales en Yucatán. Él, como muchas personas en México, lleva un nombre que pertenece a una cultura y un apellido que pertenece a otra.

Juan Alberto es castellano, en tanto que su apellido es maya. Balam por sí solo significa jaguar, pero si se combina con Canche se traduce como “El lugar donde posa el jaguar”.

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Juan Balam es de un lugar llamado Abala que significa “Tierra de los ciervos”, se encuentra dentro del estado de Yucatán, donde sus padres le enseñaron el idioma maya.  Lo escribe y lo habla, aunque su lengua materna es el español.

Comenta que sus tres hijos solo lo hablan, ya que ellos, como mucha gente de origen maya se les complica la pronunciación y la escritura a la hora de aprender el castellano.

Juan Alberto, actualmente trabaja en la Comisión Nacional Forestal (Conafor) como jefe de brigada, pero la labor de combatir incendios la ha hecho desde mucho antes de que se creara esta institución. Recuerda cuando tenían poco equipamiento, los vehículos eran muy básicos y su labor ni siquiera se le tenía un nombre oficial.

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“Llevo 30 años con nueves meses” respondió en la entrevista, unos días antes del Día Nacional del Combatiente Forestal que se celebra cada 11 de julio, desde el año 2014, cuando se le otorgó un reconocimiento por su trayectoria y trabajo.

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Balam Canche, hace 30 años, no imaginó que la mezcla de sus dos culturas le sería útil al momento de ir al combate de incendios forestales, ya que la comunicación abre o cierra puertas.

 

La selva maya, de los mayas

En los grandes macizos forestales de Yucatán, donde los árboles se elevan a más de 30 metros, viven personas. En comunidades como Tzucacab, Chemax, Chikindzono, Tizimin y Thadziuh se encuentran entre 60 y 70 comisarías compuestas por seis o siete familias que viven en unas 10 casas.

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Durante un incendio forestal y a la llegada de la brigada solo pueden ocurrir dos cosas, o se hace confianza inmediata y de integración con los habitantes o no. Y lo segundo puede derivar en problemas o que sea doblemente complicado el combate al fuego o simplemente son ignorados.

En este sentido, a Juan Balam le ha resultado muy útil comunicarse en la misma lengua y les ha dado buenos resultados. Los hombres apoyan en el combate, en tanto que las mujeres preparan en sus comales y con sus manos algo de comida y agua para llevarles a quienes tienen horas trabajando bajo las condiciones climáticas más extremas entre humedad, calor y mosquitos.

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Yucatán tiene seis brigadas oficiales contra incendios forestales. Juan Balam es Jefe de la Brigada 3 con base en Mérida. En su brigada, cuatro de sus integrantes hablan ambos idiomas.

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La Conafor tiene al menos 78 personas trabajadoras en sus distintas áreas, que se identifican como pertenecientes a algún pueblo originario, algunas hablan la lengua, otras no y hay quienes son bilingües pero no se consideran parte de un pueblo indígena.

Idiomas mexicanos

El maya que se habla en Yucatán, no es el mismo que se habla en Quintana Roo, por ejemplo Ye'ektaba (Yucatán) y Kule'en (Quintana Roo) significan lo mismo, siéntate. Y hay que saber diferenciarlos, además, mucha gente mezcla el castellano con el maya. Explica Juan Balam.

Contrario a lo que se piensa, en México no existe una lengua oficial. Esto quiere decir, que tanto las 64 lenguas indígenas con sus variantes y el español tienen la misma validez y por tanto se consideran idiomas.

La diversidad lingüística de México a través de los pueblos originarios, pocas es veces es valorada y se ignora la utilidad en ciertos temas de orden económico, social y medio ambiental.  

Por ejemplo, Juan Balam explica que para hacer conciencia entre las personas que son dueños de esas selvas sobre el uso adecuado del fuego, el cambio de uso de suelo y el cuidado del medio ambiente en general, si no tuviera el conocimiento de su cultura, tradiciones y si no hablara su misma lengua, la cultura forestal no tendría el mismo impacto.

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Tan solo en la Península de Yucatán en donde se encuentra las zonas de selvas altas, un ecosistema exuberante y mega biodiverso, se tienen registradas 151 mil 178 personas indígenas (4.4%) que viven dentro, según el documento El Sector Forestal Mexicano en Cifras 2019 de la Conafor.

Pero no es el único caso, en México se tiene registro de que los ecosistemas forestales están habitados por 3.42 millones personas que forman parte de hogares catalogados como indígenas, lo que representa el 31% de la población que habita en zonas forestales a nivel nacional.

Los estados con mayor población indígena dentro de ecosistemas forestales son Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Hidalgo y San Luis Potosí.

Los pueblos originarios concentran más de la mitad de las selvas altas, medianas y bosques mesófilos del país, así como la cuarta parte de los bosques de pino.

Mayas, choles, tzotziles y tzeltales, tepehuanes del sur, tejolabales, tarahumaras, chichimecos jonaz, otomíes del estado de mexico, nahuas de guerrero, mixtecos, tlapanecos, amuzgos, amuzgos de oaxaca, otomíes, wixárika, mazahuas, purépechas y muchos pueblos más, mantienen las zonas naturales en buen estado gracias a sus conocimientos ancestrales y cosmología que tienen como principal tema la relación de la naturaleza con el ser humano.

COVID-19 y la resiliencia de los pueblos indígenas

Este el tema que trata la Organización de las Naciones Unidas (ONU) al año 2020 al Día Internacional de Los Pueblos Indígenas que se celebra cada 9 de agosto.

Ya que considera a los pueblos originarios como otro otro grupo de expertos que se han estado preocupando por la amenaza de una pandemia incluso antes de COVID-19.

Gracias a sus conocimientos tradicionales y su relación con el mundo natural, saben desde hace tiempo que la degradación del medio ambiente tiene el potencial de desencadenar enfermedades.

A medida que luchamos contra la propagación de la pandemia, es más importante que nunca salvaguardar a estos pueblos y sus conocimientos. Escriben en su página de internet.

La Conafor, por su parte, no solo impulsa apoyos económicos a estos pueblos, sino que además procura el respeto y hacer conciencia entre la población sobre la importante relación de los pueblos indígenas y el sector forestal.

 

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