Las zonas áridas son ecosistemas que poseen una vasta biodiversidad.

Un suelo que perdió completamente su capacidad productiva es porque se ha desertificado y recuperarlo toma al menos 100 años, por eso se considera no renovable.

El suelo cumple funciones tan fundamentales como el que nos proporciona el 95 por ciento de nuestros alimentos.

La progresiva degradación de las tierras en el mundo ha perturbado tres mil 600 millones de hectáreas con lo que se ha afectado la vida de mil 500 millones de personas, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU). 

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Sin ecosistemas sanos los medios de subsistencia de las personas desaparecen, la gente empobrece y migra a ciudades o incluso a otros países.

Por esta razón se creó la Convención Mundial de la Naciones Unidas en Contra la Desertificación y la Sequía (UNCCD) y a partir de 1994 se conmemora cada 17 de junio el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía.

Este año el lema es: Nuestra Tierra. Nuestro Hogar. Nuestro Futuro.

Con esta conmemoración se analiza la relación entre la degradación de la tierra y la migración.

México, entre los 169 países afectados por la desertificación y la sequía, está estableciendo metas nacionales para frenar la degradación de las tierras antes de 2030.

Ya se llevan a cabo acciones como obras para conservar el suelo, reforestaciones con especies nativas y que resistan sequías y ordenamiento del territorio.

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No solo lo hace en bosques y selvas, también en las zonas áridas y semiáridas que cubren el 40 por ciento de su territorio y que son las más vulnerables a este fenómeno.

La tarea más importante es que la gente escuche sobre la desertificación y  se sensibilice sobre cuidado del recurso natural menos apreciado: el suelo.