Cuando su comunidad, San Francisco Coatlán en Oaxaca, comenzó con el manejo forestal sustentable, una maestra de telesecundaria vio un inconveniente y una oportunidad a la vez.

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Muchos de los árboles que eran derribados como parte del aprovechamiento llevaban con ellos orquídeas, las cuales estaban destinadas a morir al no tener más de dónde alimentarse.

Así que decidió crear un proyecto en que involucraba a sus alumnos, ir al bosque a recolectar estas plantas epífitas, a la par de que iban construyendo un orquideario dentro de la comunidad que fungiría como hogar temporal.

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Su objetivo era concientizar a sus alumnos sobre la importancia de medio ambiente, dándoles la responsabilidad de recuperar, rehabilitar y posteriormente reinsertar el mayor número de orquídeas a su hábitat natural.

No fue una tarea fácil, ya que a base de prueba y error buscaron la forma de que las orquídeas lograran adaptarse y reproducirse ante el cambio de hábitat.

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Para su fortuna, el proyecto resultó un éxito no solo por la sobrevivencia de las plantas, la participación y reconocimiento de la comunidad, sino porque además, gracias a que subieron fotos de las orquídeas a internet, un especialista en el tema viajó del estado de Hidalgo a San Francisco Coatlán Oaxaca y les informó que poseían 26 diferentes tipos de flores, algunas de ellas raras y otras consideradas en peligro de extinción.

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Por lo que además, el alumnado ahora está aprendiendo sobre la diferenciación de especies y conservación de la vegetación.

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Algunos datos de las orquídeas

Las orquídeas son plantas que necesitan de un huésped (en su caso un árbol) de donde obtiene nutrientes para vivir, sin causarle ningún daño. Crecen en la parte más alta para aprovechar el agua, la luz, la humedad y el viento.

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Estas plantas epífitas son muy solicitadas por la belleza exótica de sus flores las cuales tienen una gran variedad de tamaño, color y textura.

Muchas de las orquídeas silvestres se encuentran en amenaza de extinción debido a la tala ilegal, exceso de actividades agropecuarias y por la recolección excesiva para su venta, por ello, encontrarlas en su hábitat es reflejo de un bosque conservado.

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En el mundo hay más de 20 mil especies, de las cuales alrededor de mil se encuentran en México.

Con aroma a bosque

Artesanías aromáticas San Francisco es el nombre del proyecto conformado por 60 mujeres en esta comunidad. Dieron inicio hace poco más de tres años.

Su materia prima es el hilo y la hoja seca que recogen del suelo de su bosque de pino. El resto depende de su esfuerzo e imaginación. Según sus propias palabras, tardaron meses en que les salieran bien las primeras piezas, en muchas ocasiones se desanimaron, pero cuando la primera artesanía fue vendida fue suficiente para seguir intentándolo.

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Hace algunos años, estas mujeres no tenían ingresos propios, salvo el bordar mantas por lo que cobraran entre 50 y 100 pesos al mes y no siempre tenían trabajo.

Con las artesanías han aprendido a trabajar en grupo, se reúnen, platican de nuevos diseños, comparten sus experiencias y planean las nuevas formas de vender.

Cada pieza tiene un número, cada número pertenece a una de ellas, de esa manera cuando es vendido el collar, la diadema, el portavaso o cualquier otra pieza, el dinero va directamente a la mujer artesana. Esto les ha dado un ingreso extra para sus familias y no solo eso, también una oportunidad de convivio y autosuficiencia.

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San Francisco Coatlán, una comunidad de rápido aprendizaje.

San Francisco de Coatlán, ubicada en el corazón de la Sierra Norte de Oaxaca, es una de las comunidades con fuertes raíces zapotecas, de costumbres ancestrales y gente que al terminar una comida, comparten entre todos un vasito de mezcal casero para hacer digestión.

A pesar de que por generaciones han vivido en tierras forestales fue hasta hace muy poco que vieron una opción en ellas. Uno de los alicientes fue observar la labor de otras importantes comunidades quienes viven al 100% de su bosque como son el caso de San Pedro el Alto y San Juan Evangelista Analco, y con su ejemplo han y siguen mejorando muchos procesos.

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Tomaron la decisión de comenzar con el manejo forestal y tuvieron fuertes dudas para trabajar por la certificación internacional por el esfuerzo y gasto que implica y que la madera no les es pagada a un mejor precio, sin embargo la certificación FSC (Forest Steward Council) les ha permitido ver otras vertientes tanto sociales, económicas y ambientales, como fue el caso de los ejemplos anteriores sobre las orquídeas y las mujeres artesanas.

Para que consiguieran sus objetivos, la Comisión Nacional Forestal les ha otorgado un total de 17 apoyos con un monto cercano a cuatro millones de pesos de 2015 a 2019. 

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Algunos de estos apoyos fueron para: prácticas en predios con producción maderable, en aprovechamiento silvestre, promotor forestal comunitario, certificación de la cadena de custodia, acompañamiento, cultivo y manejo de hábitat maderables y vida silvestre, caminos forestales, innovación tecnológica, incubación e integración de la empresa o cadena.

Sus logros han ido en ascenso, hoy en día San Francisco Coatlán forma parte de la plataforma digital “Bosques Certificados” donde ofertan y dan a conocer sus actividades productivas.

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De las comunidades que la conforman es de las más recientes. A pesar de que su zona forestal existe mucho antes de ellos y que el aprovechamiento también viene de generaciones pasadas, fue apenas hasta el año 2015 que dieron inicio con las actividades para alcanzar un manejo forestal sustentable y dos años después iniciaron con la certificación, otros dos años más tarde (2019) por su esfuerzo se hicieron acreedores al Premio Nacional al Mérito Forestal en su categoría Manejo Forestal.