La niñez con discapacidad se encuentra entre los grupos más propensos a tener una baja autoestima y a sentirse aislados. Su discapacidad no debe definir a ningún niño o niña, ya que cada niño es único y tiene derecho a ser respetado como tal.

La inclusión de la niñez con discapacidad en la sociedad es algo posible de lograr si reconocemos que tienen los mismos derechos que los demás, los niños y niñas con discapacidad pueden ser agentes de cambio y no simples beneficiarios de obras de caridad.

Aquellos niños y niñas que tienen discapacidades poseen el potencial para llevar vidas plenas y contribuir a la vitalidad social, cultural y económica de sus comunidades, sus opiniones deben escucharse y tomarse en cuenta a la hora de formular nuestros programas y políticas.

La actividad física es un medio poderoso para fomentar el respeto. Resulta inspirador ver a un niño o a una niña sobreponerse a sus limitaciones físicas o cognitivas y participar, no obstante de no contar con equipos adaptados a sus necesidades, de estímulo y apoyo.

Las vidas de los niños y niñas con discapacidad cambiarán muy poco mientras las actitudes de la sociedad no empiecen a cambiar y reconocer que tienen los mismos derechos que los demás niños