El origen del Día Internacional de la Mujer, se da en plena revolución industrial: el 8 de marzo de 1857, cuando un grupo de trabajadoras textiles decidió salir a las calles de Nueva York para protestar por las míseras condiciones laborales. Sería una de las primeras manifestaciones de las mujeres, para luchar por sus derechos.

Sin embargo, el  suceso más violento de la lucha por los derechos de la mujer se produjo, el 25 de marzo de 1911, cuando se incendió la fábrica de camisas Shirtwaist de Nueva York, dejando como saldo la muerte de 123 mujeres y 23 hombres. La mayoría eran jóvenes inmigrantes de entre 14 y 23 años.

Fue el desastre industrial más mortífero de la historia de la ciudad. Los trabajadores no pudieron escapar porque los responsables de la fábrica habían cerrado todas las puertas de escaleras y de las salidas, una práctica habitual entonces para evitar robos.

En 1975 coincidiendo con el Año Internacional de la Mujer, las Naciones Unidas celebraron el Día Internacional de la Mujer por primera vez, el 8 de marzo. Es un momento para reflexionar sobre el progreso realizado, para llamar al cambio y para celebrar actos de valentía y determinación por parte de mujeres comunes y corrientes que han desempeñado un papel extraordinario en la historia de sus países y comunidades.

Bajo el lema «Ahora es el momento: las activistas rurales y urbanas transforman la vida de las mujeres», la celebración de 2018 se suma a un movimiento mundial sin precedentes por los derechos, la igualdad y la justicia de las mujeres. El acoso sexual, la violencia y la discriminación contra las mujeres han acaparado los titulares y el discurso público, con una creciente determinación a favor del cambio.

«Conseguir la igualdad de género y empoderar a las mujeres y las niñas son tareas pendientes de nuestra época y constituyen el mayor desafío en materia de derechos humanos del mundo». — António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas