Hace seis años, México fungió como sede, por cuarta ocasión, de unos Juegos Centroamericanos y del Caribe, tras realizarse el magno evento en Veracruz; en aquella ocasión, el bádminton tricolor protagonizó una brillante actuación al cosechar un total de ocho preseas: dos oros, tres platas y tres bronces, resultado que le valió para posicionarse como uno de los referentes del continente.

En la recta final de la cita en el Puerto Jarocho, Haramara Gaitán fue la mexicana que lideró la importante suma de medallas al hacerse de los dos metales áureos, en la modalidad de singles, tras derrotar a la guatemalteca Nikte Sotomayor con dos sets a cero y, en dobles femenil, junto a Sabrina Solís, derrotaron a sus compatriotas Mariana Ugalde y Cynthia González, con parciales de 21-15 y 21-17, las cuales terminaron por colgarse la plata.

Por su parte, Job Castillo y Sabrina Solís también finalizaron en segundo lugar de la categoría dobles mixtos al caer en la final ante la dupla cubana conformada por Osleni Guerrero y Tahimara Oropesa con un marcador de 2-1.

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La última plata se la adjudicó el equipo mixto conformado por Haramara Gaitán, Lino Muñoz, Job Castillo, Antonio Oceguera, Arturo Hernández, Sabrina Solís, Mariana Ugalde y Cynthia González; en la final, el conjunto tricolor se vio superado por su similar de Guatemala por marcador de 3-2.

Sin embargo, la cosecha de medallas continuó para el bádminton nacional y en singles, Mariana Ugalde y Lino Muñoz, se metieron al podio con el metal de bronce, al no poder imponerse ante los guatemaltecos Nikte Sotomayor y Kevin Cordón, respectivamente.

Finalmente, Job Castillo y Antonio Oceguera completaron la cosecha de metales con su tercer lugar en dobles varonil tras un marcador final de 21-19 y 21-15, ante los chapines Kevin Cordón y Aníbal Marroquín.