CDMX. Los sistemas de semillas tradicionales son vitales para el futuro de la alimentación pero se encuentran amenazados mundialmente. El pasado 12 de junio, en la revista Plants People and Planet, salieron a la luz los resultados de la investigación “Manejo humano de los procesos evolutivos actuales en los agroecosistemas” que discute cómo las familias campesinas que utilizan sus propias semillas son quienes generan la diversidad necesaria para que la agricultura continúe realizándose a pesar de los cambios ambientales que enfrentan México y el mundo. Esto representa un “servicio” que de perderse pondrá en riesgo el futuro de la agrobiodiversidad y de la agricultura.
El artículo sugiere redirigir la investigación científica y humanística para que ayude a generar datos útiles para la conservación de la agrobiodiversidad, y para la formulación de políticas públicas en favor de los sistemas tradicionales de semillas, e invita a la sociedad en general a valorar y apoyar a las familias campesinas que mantienen sus propias semillas.
Para producir alimentos sanos, sabrosos y sustentables necesitamos que los cultivos estén adaptados, es decir que sean capaces de crecer y reproducirse en ambientes muy distintos ¿cómo se logra esto?: con los sistemas de semillas tradicionales. Los sistemas de semillas describen desde cómo y de quién las y los agricultores obtienen las semillas hasta las reglas y las estructuras que determinan quién puede usar las semillas y cómo.
Los sistemas de semillas durante mucho tiempo, fueron muy similares en las distintas regiones del mundo, pero desde la Segunda Guerra Mundial, el auge del fitomejoramiento (mejoramiento genético) centralizado los dividió en sistemas tradicionales y sistemas formales.
En los sistemas de semillas tradicionales, las y los agricultores guardan semillas de los cultivos que proporcionan las cualidades deseadas, seleccionando variedades locales para adaptarse a condiciones ambientales específicas. Mientras que en los sistemas de semillas formales sólo se compran semillas que fueron producidas mediante fitomejoramiento, principalmente para maximizar el rendimiento en condiciones ideales.
El surgimiento del fitomejoramiento centralizado y de los sistemas formales de semillas permitió incrementar la producción agrícola, pero redujo la participación directa de las y los agricultores en la selección de semillas, y ha llevado cada vez más a la privatización y reducción de la agrobiodiversidad. Por ejemplo, imponiendo restricciones a guardar y re-usar semillas, mediante leyes o patentes.
Cuando se obtienen semillas de procedencia externa, se alteran los procesos evolutivos que permiten la adaptación local, y es gracias a esos procesos evolutivos que se genera la diversidad de especies, de genes, y de interacciones entre especies. En otras palabras, los sistemas formales de semillas dependen de los “servicios evolutivos” que generan los sistemas tradicionales de semillas. Por ende, la creciente dominación de los sistemas formales de semillas y de los esquemas de privatización de la diversidad, amenazan a los beneficios que la sociedad obtiene de los sistemas tradicionales de semillas, más allá de la producción de alimentos. Esto pone en riesgo el futuro de la alimentación de la humanidad.
Es necesario reevaluar cómo los apoyos económicos y políticos han favorecido a los sistemas formales de semillas a expensas de los sistemas tradicionales y de los beneficios públicos que generan. En consecuencia, las políticas públicas mundiales deben ajustarse y redirigirse, pues las familias campesinas que participan en los sistemas tradicionales de semillas solo continuarán cultivando variedades locales si éstas les brindan beneficios a sus familias y a sus comunidades, y si sus valores culturales son respetados y preservados. Por lo tanto, para avanzar hacia la agricultura sostenible y proteger nuestro suministro de alimentos en medio de un entorno que cambia rápidamente, las y los agricultores que participan en los sistemas tradicionales de semillas necesitan resplado urgente.
La investigación para el artículo “Manejo humano de los procesos evolutivos actuales en los agroecosistemas” fue realizada por especialistas de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), junto con especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Estatal de Arizona y la Universidad de Vermont (Estados Unidos). El proyecto fue financiado por una Beca de Impulso del Instituto Gund para el Ambiente y apoyado por el Proyecto de Agrobiodiversidad Mexicana ejecutado por la CONABIO.
El artículo científico se encuentra disponible en Inglés y en Español en el sitio web de la revista científica Plants People and Planet. Dentro de poco tiempo los resultados también serán difundidos mediante diversos medios y acciones para que sean conocidos y utilizados para el beneficio del país.
Para más información:
Biól. Oswaldo Oliveros Galindo, Subdirector de Agrobiodiversidad | CONABIO | oswaldo.oliveros@conabio.gob.mx
Dra. Alicia Mastretta-Yanes | Instituto de Ecología de la UNAM | amastretta@iecologia.unam.mx