Buenos días señor presidente de la asamblea, estimado doctor Tedros, señoras, señores delegados.

Esta tribuna es el lugar desde el que se pueden hacer planteamientos globales sobre la salud, por eso vengo a compartir mis convicciones.

La salud es uno de los bienes mayores de la humanidad y su cuidado forma parte de los derechos humanos fundamentales. En sus dimensiones individual y poblacional, la salud depende de múltiples variables e influye y condiciona numerosos sectores.

Por eso he sostenido que la salud no es todo, pero que sin ella no hay casi nada, su atención es uno de los imperativos éticos de los gobiernos y no hay forma de evadir la responsabilidad.

La salud tiene enemigos, algunos no son corregibles todavía, otros dependen de nosotros y son modificables, unos más se atienden con políticas públicas certeras, entre ellos la pobreza, la desigualdad, la ignorancia, el hambre y la falta de servicios. Todos estos afectan a cientos de millones, 750 millones de analfabetos, 800 millones que viven en pobreza extrema y sufren hambre, y 900 millones que carecen de drenaje, en todos los casos la mayor parte niños y mujeres.

Nuestro mundo se caracteriza por los contrastes que vivimos, junto a la abundancia coexiste la miseria, el despilfarro y la penuria se dan la mano con frecuencia, la majestad de nuestra especie choca con cuadros de indignidad que nos llenan de pasmo y vergüenza. En paralelo al progreso, las brechas sociales y económicas se han profundizado.

A pesar de que cientos de millones de personas han salido de la pobreza extrema y de que las condiciones de vida han mejorado, las desigualdades se han multiplicado y son, probablemente, el principal desafío para la humanidad.

Frente a otros adversarios la voluntad del individuo es fundamental. Este es el caso del tabaco y el del alcohol, también el de la dieta no saludable y la falta de ejercicio, todos, parte de la causalidad de las enfermedades no transmisibles. La atención a la salud es un derecho humano, pero también responsabilidad del individuo. La equidad en salud demanda la paridad de género y la eliminación de toda forma de acoso.

Felicidades a la OMS por la iniciativa en marcha.

Nuestra sociedad sufre una crisis de valores y la salud no es ajena a ello. La salud no es una mercancía y el mercado no debe definir su rumbo.

Octavio Paz, mexicano universal, al recibir el Premio Nobel de Literatura señaló y cito:

"El tema del mercado tiene relación estrecha con el deterioro del ambiente.

La contaminación no sólo infesta al aire, a los ríos y a los bosques sino a las almas. Una sociedad poseída por el frenesí de producir más para consumir más tiende a convertir las ideas, los sentimientos, el amor y las personas mismas en objetos de consumo. Todo se vuelve cosa que se compra, se usa y se tira al basurero. Ninguna sociedad había producido tantos desechos como la nuestra. Desechos materiales y morales".

Nos corresponde a todos impedir que nuevas enfermedades contagiosas se instalen en la sociedad: la exclusión, el odio, la codicia y el fanatismo entre otras, no hay vacunas contra esas afecciones, pero existen valores esenciales que previenen y combaten la ceguera, la indiferencia y la inacción que generan esos males.

Como médico entiendo la preocupación por la enfermedad, la amenaza a la vida vence a la salud y lo inmediato a lo importante, lo que no comprendo es la razón de escatimar recursos para la salud.

Señoras, señores delegados: qué trabajo cuesta a las sociedades emprender los cambios requeridos, renunciar al consumo y a lo superficial, qué importante encontrar espacios para pensar en los demás, ejercer la solidaridad y ayudar a los que menos tienen, qué significativo sería que la salud y su cuidado fueran parte del cambio que la humanidad demanda. Hoy, la salud no es para todos, hagámoslo posible, enfrentemos el desafío.

Muchas gracias.