En condiciones naturales el aire está compuesto principalmente por nitrógeno (78%), oxígeno (21%) y pequeñas cantidades de otros gases (1%), sin embargo, existen lugares sobre todo en las grandes urbes como la Ciudad de México, donde su composición ha sido alterada o contaminada con sustancias químicas y polvo, que provienen en su mayoría del uso desmedido del automóvil, del funcionamiento de las fábricas y de los suelos carentes de cubierta vegetal, asfáltica u otro recubrimiento, así como de una gran variedad de actividades en donde se utilizan solventes. Este aire sucio o contaminado lo generan y respiran todas las personas que viven o visitan esta Ciudad, de tal forma que al estar todos los habitantes involucrados en esta problemática es una necesidad resolverla también de manera conjunta.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa de que en 2012 unos 7 millones de personas murieron –una de cada ocho del total de muertes en el mundo- como consecuencia de la exposición a la contaminación atmosférica intra y extramuros  Esta conclusión duplica con creces las estimaciones anteriores y confirma que la contaminación atmosférica constituye en la actualidad, por sí sola, el riesgo ambiental para la salud más importante del mundo.