Arroyos, ríos o cauces han nutrido a especies animales y vegetales y a los humanos les han servido para dar agua a sus animales, a sus plantas y a sus comunidades, o bien, como vía de traslado.

Su aspecto varía con la altitud (así hay ríos rápidos y cascadas de montaña o tortuosos meandros en las llanuras) y también con la época del año (¿conoces ríos perennes con agua todo el año y ríos que están crecidos sólo en el verano y sin agua durante el estiaje?).

Su uso racional y reglamentado hace posible que el agua alcance a cubrir adecuadamente todas las necesidades en las cuencas; y también, que se controlen las crecidas mediante obras como bordos, presas o lagunas de regulación; sin embargo, si no siguiéramos las recomendaciones de las autoridades, nos expondríamos a accidentarnos en sus aguas, dejaríamos a quienes habitan la parte baja de la cuenca con agua contaminada o sin agua o les causaríamos taponamientos e inundaciones por nuestra basura.

A nivel individual o colectivamente nuestras acciones dejan huella; por ejemplo:

  • Podemos colaborar en acciones de limpieza o rescate de ríos o en el mejoramiento de sus cuencas.
  • Hagamos caso a las indicaciones que las autoridades de protección civil indican sobre precaución como no cruzar o no nadar en algunos sitios.
  • Pongamos los sólidos o líquidos que ya no usemos en sitios autorizados.
  • Si habitamos en medios urbanos, evitemos arrojar a lavabos o escusados sustancias que eventualmente llegarán a un río. En zonas rurales cuida sitios sensibles como las barrancas, canales y cuerpos de agua.

Te compartimos los siguientes sitios informativos oficiales, en los que podrás hallar publicaciones útiles e interesantes: