Esperanza Bautista Valeriano es una niña soñadora, alegre, con energía. Ella es derechohabiente de la Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad Permanente que le ayuda a pagar su rehabilitación porque padece síndrome de Down.

El pago de los 4 mil 700 pesos que bimestralmente recibe, también le sirve para que la lleven al médico cuando se enferma y comprar sus alimentos, relata su mamá. “Es de mucha ayuda ese dinero para nosotros porque a veces, se nos enferman y tenemos que llevarlos al doctor. Yo la he estado llevando a rehabilitación”.

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Las manos de Gloria Talín Ruiz no dejan de moverse, moldea la masa con la que elabora tortillas y totopos que con cuidado coloca en el horno de comixcal.

Derechohabiente de la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, utiliza ese recurso en la compra de maíz y leña para elaborar sus productos. “Aprovecho a comprar maíz, comprar leña y ya trabajo con esto, aunque sea para comer, pero ya tengo para nosotros”, dice.

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Trabajadora, sencilla, luchona, y madre de cuatro hijos, tres niñas y un niño, Milca Palacios Cuel inicia su día desde temprano, por las mañanas pone a cocer la carne que posteriormente pica en su domicilio y luego la vende. Cuando termina, instala su negocio de dulces que también le permite tener un ingreso para completar el gasto de su casa.

Beneficiaria del apoyo para Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras, Milca relata que el apoyo económico que recibe cada dos meses le ayuda para mandar a la guardería a su hijo con lo cual, ella pueda trabajar y pagar las cosas que necesita, “ayuda mucho el apoyo”, sostiene.

Este año, la inversión social en programas de Bienestar supera los 154 mil millones de pesos y ayuda a las familias más desprotegidas a afrontar las dificultades económicas generadas por la pandemia por COVID-19.