Nunca recibió ningún apoyo, tímido y nervioso, sólo escucha y observa, es José Ramón Mejorado Sánchez, un joven de la comunidad de San Pedro Azafranes, municipio de Otáez, Durango, derechohabiente de la Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad Permanente, con la que ha mejorado su atención médica y su calidad de vida.

“Él está recibiendo su apoyo cada bimestre, le va cambiando su vida”, relata su hermana, María Engracia Mejorado. Cuenta que, por primera vez, José Ramón recibe un apoyo económico del gobierno federal, mismo que la familia utiliza en la compra de alimentos, pañales, vitaminas, ropa, calzado y artículos para su cuidado personal.

“De alguna u otra manera lo queremos mover, que lo revisen, porque pues sí lo necesita, él necesita su atención”, dice María Engracia.

José Ramón, explica, nunca ha asistido a algún tipo de terapia, “lo hemos llevado, pero al Centro de Salud de la Comunidad y con un doctor particular de otro ranchito, cerca de aquí y pues es lo que nos han dicho, que tiene su problema para comunicarse y para caminar a veces”.

Su familia recuerda que cuando José Ramón, era pequeño, platicaba con las personas, barría o juntaba piedras, pero conforme fue creciendo dejó de hacerlo. Ahora, “casi no se comunica bien con las personas... por lo regular siempre tiene su misma cara, siempre, nunca sabemos si está de malas, está de buenas o no”.

El programa de Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad Permanente beneficia a un millón de personas en todo el país con una inversión social, este año, de 16 mil millones de pesos.

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