La dieta tradicional de nuestros antepasados es la clave para lograr un equilibrio entre nutrición y salud.

Nuestro campo es uno de los más generosos en la producción de alimentos dentro del planeta, al registrar una amplia biodiversidad de cultivos. De ahí que la cocina mexicana sea variada y cuente con una cantidad considerable de platillos y sabores.

En nuestra cultura, la relación entre alimentos y salud tiene una cercanía inmediata con el bienestar de cada persona. Somos lo que comemos. Bajo este principio, la alimentación define nuestro estado de salud. Sin embargo, entre la falta de actividad física y malos hábitos alimenticios, en los últimos años se ha registrado un incremento de enfermedades que afectan la calidad de vida de los mexicanos.

De acuerdo a los últimos resultados de la Encuesta Nacional de Salud Pública (Ensanut), en 2018, el porcentaje nacional de adultos de 20 años y más con sobrepeso y obesidad era de 75.2 por ciento (39.1 por ciento sobrepeso y 36.1 por ciento obesidad), porcentaje que en 2012 fue de 71.3 por ciento. Este incremento motiva la propensión de la población mexicana a enfermedades como hipertensión y diabetes.

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Una dieta balanceada es esencial para el adecuado crecimiento y desarrollo a lo largo de toda la vida. La dieta ideal es una equilibrada, que incluya cereales, granos, plantas y alimentos de origen animal con bajo aporte de grasa. La inclusión de las porciones adecuadas de cada uno de estos grupos alimenticios, es una solución a la mala nutrición y enfermedades como el sobrepeso y la obesidad.

La tríada mesoamericana, conformada por el maíz, frijol y calabaza, ha sido a lo largo de la historia parte importante de la alimentación de culturas indígenas, reforzando su salud y mejorando el valor nutricional de su dieta gracias a la combinación entre granos, leguminosas y verduras.

En la cocina mesoamericana no solamente se utilizaban plantas típicas de las distintas localidades, sino que existía una manera peculiar y saludable de cocinar. Algunos registros demuestran su preferencia por la cocción al vapor de los alimentos, método que permite la conservación de todos los nutrientes, vitaminas y minerales, además de preservar el sabor, la textura y el aroma original.

En la milpa y en el campo también encontramos ingredientes que aportan vitaminas y minerales, como el maíz, el jitomate, el frijol, la calabaza, el chile, los quelites, las frutas, las verduras y las semillas. Todos estos alimentos -procedentes de la dieta mesoamericana- son parte de una alimentación balanceada y diversa.

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Regresar a lo básico, a la alimentación originaria de nuestros pueblos, volver a la dieta tradicional mexicana, es volver a una nutrición saludable y llena de sabor, poniendo en el centro al campo mexicano.

Las y los sembradores trabajan por ello cada día, buscando preservar la diversidad alimenticia de nuestro país con la siembra de cultivos tradicionales, fuente esencial del patrimonio gastronómico de México. Sembrando Vida impulsa la economía familiar con el cuidado del campo y fomentando el consumo de alimentos locales y orgánicos.