A un costado del mar, sembradoras y sembradores recuperan las formas de cultivo tradicional y la vieja lancha que antes les permitió pescar en el mar de Guerrero, ahora en tierra, les ayuda a producir fertilizante a base de lombrices para las plantas de sus parcelas y del vivero comunitario de Sembrando Vida.
“Nuestro pueblo es conocido como de gente pescadora, así que quisimos traer la lancha para acá como un símbolo de nuestro vivero que es de nuestro pueblo”, dice Tania Jazmín Gutiérrez Encarnación, activa integrante de la Comunidad de Aprendizaje Campesino Guardianes de la Naturaleza, en la localidad de Punta Maldonado, Cuajinicuilapa.
Sembrando Vida impulsa a sus campesinas y campesinos a producir sus propios fertilizantes, de distintos tipos, además de abonos naturales amigables con el medio ambiente, utilizando desechos de sus casas y parcelas, muchos de los cuales también reciclan.
Por ello, cuando aprendieron a elaborar lombricomposta, en el grupo Guardianes de la Naturaleza decidieron reciclar la lancha que ya estaba deteriorada y en desuso, en lugar de construir una estructura de bloques que hubiera sido más cara.
“Lo que hacemos es echarle las compostas (a las plantas); hacemos un hoyo echamos una capa de composta, una capa de hoja, hoja seca y otra capa de tierra y ya sembramos nuestro arbolito.
“Eso le da vida al arbolito, crece más verde”, expresa Tania Jazmín, orgullosa de la combinación mar y tierra que Guardianes de la Natiuraleza han dado a su trabajo en Sembrando Vida.