El inicio de la Revolución Mexicana se dio cuando Francisco I. Madero, al proclamar el Plan de San Luis el 20 de noviembre de 1910, conminó a los mexicanos a levantarse en armas contra el gobierno de Porfirio Díaz, quien había ostentado el poder durante 36 años.

Este momento histórico se celebró de manera no oficial en 1928 con una carrera de relevos, pero hasta 1936 obtuvo carácter nacional a través de un decreto del Senado que expone que en dicho desfile “se refleja la voluntad pacifista y conciliadora del pueblo”.

Año con año, en este evento conocido como “Desfile deportivo del 20 de noviembre” participan contingentes deportivos pertenecientes a diversas instituciones gubernamentales; el mismo inicia en Monumento a la Revolución, avanza por Paseo de la Reforma y recorre las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México hasta desembocar en la plancha de Zócalo capitalino, donde el jefe del Ejecutivo observa desde el balcón presidencial.

En los estados, la dinámica es muy parecida, aunque en muchos casos aderezan la festividad con elementos locales.

A lo largo del desfile los atletas realizan diversas rutinas que encienden los ánimos de propios y extraños, y camiones alegóricos ofrecen un espectáculo colorido frente a un público nutrido y entusiasta.

La Revolución Mexicana es uno de los hechos más importantes de nuestra historia, porque de ahí parte la construcción del Estado mexicano como lo conocemos actualmente, su Constitución Política y el origen de muchas de sus instituciones.

Entre las causas que provocaron el inicio de la Revolución Mexicana estuvieron la permanencia de Porfirio Díaz en el poder durante 30 años; la conformación de los latifundios, y la explotación del petróleo por parte de compañías extranjeras.

En medio de estas convulsiones sociales, emergió la figura de Francisco I. Madero quien ya en 1908 exigía elecciones democráticas justas y abanderaba la no reelección. Un ambiente turbio dominó el escenario político, dividiendo a la sociedad entre partidarios del dictador y quienes estaban a favor de Madero.

La reacción del gobierno no se hizo esperar: Madero fue hecho prisionero en San Luis Potosí luego del triunfo electoral de Díaz en junio de 1910; poco después logró escapar para refugiarse en San Antonio, Texas, desde donde lanzó el llamamiento de rebelión a través del Plan de San Luis que dio inicio a la Revolución Mexicana.

En ese documento, Madero declaró nulas las elecciones de aquel año, se reconocía como presiente provisional y jefe de la Revolución, y pugnaba por mejores condiciones sociales para los indígenas y obreros de México. A raíz de enfrentamientos armados derivados de ello, Díaz renunció a la presidencia y se exilió en Francia, mientras que Madero ganó las elecciones convocadas en 1911.

La Revolución provocó la muerte de más de un millón de compatriotas, pero dio realce a figuras de relieve como Pancho Villa, Emiliano Zapata, Pascual Orozco, Venustiano Carranza y otros. Sin embargo, durante la llamada Decena Trágica, en 1913, encabezada por Manuel Mondragón, Félix Díaz, sobrino del exdictador, y Bernardo Reyes, murieron tanto Francisco I. Madero como su hermano Gustavo y el vicepresidente Pino Suárez, siendo consecuencia de ello que Victoriano Huerta usurpara la presidencia para, poco tiempo después, caer en desgracia y protagonizar un larguísimo exilio.

Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre cuándo terminó dicho movimiento. Algunos consideran que fue en 1917 con el Constituyente Permanente; otros que en 1920 con la presidencia de Adolfo de la Huerta o en 1924 con la de Plutarco Elías Calles. Otras voces proponen que, con el fin del Maximato, encabezado por Calles entre 1928 y 1934, se puso término a esta etapa