¿En qué consiste el trabajo de un evaluador?

Es un trabajo que a veces no es muy agradecido porque todo mundo nos ve como alguien que le va a traer problemas, pero en realidad nosotros estamos para facilitar los procesos de aprendizaje de las distintas instituciones o de las distintas organizaciones. Cuando yo empecé este trabajo en España, nosotros teníamos una oficina donde evaluábamos unos 300 proyectos al año, hacíamos evaluaciones ex-ante, es decir, antes de ejecutar esos proyectos; también hicimos alguna evaluación ex-post, una vez ya realizados los proyectos, en el terreno recuerdo Benín en África Occidental y también en El Salvador. Lo que nosotros pretendíamos y lo que queríamos era transmitir era este proceso de aprendizaje que surge del análisis de la medición, de la interpretación, de la realidad que se trata de cambiar con un proyecto o con un programa de cooperación, esa es básicamente nuestra labor. No es una labor de auditoría, no es una labor de fiscalización, no es una labor de penalización, en el fondo nosotros lo que queremos es acompañar los procesos de cooperación para que mejoren los resultados y los impactos, algo que es muy difícil de medir porque es a medio y largo plazo, es decir, no es tan fácil atribuirlo al proyecto o al programa.   

A veces se interpreta que la evaluación de cualquier política pública puede ser un proceso similar a la evaluación de la cooperación internacional para el desarrollo. ¿Nos podría compartir cuáles son algunas de las diferencias, precisiones o especificidades en la cooperación?

La especificidad básica es que el beneficiario de esa política no es el mismo que paga los impuestos, entonces es ahí donde hay que tener muy claro este tema del aprendizaje y la rendición de cuentas porque en las políticas públicas, en la política de educación, en las políticas de infraestructuras, en la política de salud de un país, se evalúa, entre otras cosas, para rendir cuenta acerca de lo que se hace con el gasto público ante las mismas personas que pagan y son beneficiarios. En el caso de las políticas de cooperación, cuando estamos hablando de un país como México que tiene una Cooperación Dual y le vemos ya como proveedor de Cooperación Sur-Sur, esas políticas van a tener efectos sobre personas y sobre beneficiarios de otros países, que no están en condiciones tampoco de decidir si esa política ha sido mala y votar por otros, pues no pueden votar aquí, entonces ese es, digamos, el problema de economía política clave que pone siempre en entredicho la eficacia de la cooperación, es una política pública discrecional, no se presta como un derecho que se pueda exigir en términos de ciudadanía, porque no hay ninguna ciudadanía universal, sino simplemente es un instrumento de la política exterior donde los países tratan de ganar legitimidad, tener mejores relaciones con otros países, intentando ayudar a personas que están en situaciones de mayor vulnerabilidad en esos países socios; entonces la gran diferencia es esa, que hay que ver ante quién se rinden cuentas y hay que rendir cuentas ante los beneficiarios y de eso se debe encargar también el país socio en la cooperación, en este caso Cooperación Sur-Sur.

¿Existe alguna diferencia en cuanto a retos y procesos entre la evaluación de la cooperación en ámbitos de los llamados donantes tradicionales y la evaluación de la cooperación que hacen aquellos países como México, en donde la cooperación está más enfocada hacia lo técnico, compartido por expertos de las mismas instituciones?

El mayor reto es que la Cooperación Sur-Sur se basa en un principio de horizontalidad que implica confianza mutua, entonces la construcción de la confianza lleva tiempo, y ese tiempo hay que verlo como una inversión no como un coste, que es como lo suele ver la cooperación de los países del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), por ejemplo, cuando hace el análisis del criterio de eficiencia es en términos no sólo de recursos económicos sobre resultados, si no de recursos de tiempo sobre resultados, entonces en los proyectos de Cooperación Sur-Sur se puede alargar el cuento porque hay que construir la confianza porque en eso se basa, y es para beneficio mutuo. Esto pasa también en la Cooperación Triangular, que se concibió como la última bala de plata del sistema, y lo que se dan cuenta es que es una modalidad de cooperación muy intensiva en tiempo porque hay que negociarlo todo a tres bandas y eso tarda mucho más. En la Cooperación Sur-Sur como está todo presidido por el diálogo político al máximo nivel, suele ser una relación entre presidentes a nivel ministerial, eso implica negociaciones más largas.

¿Cuál fue su experiencia durante la Semana de la Evaluación en América Latina y El Caribe 2017?

Ha sido una experiencia muy enriquecedora porque he podido vivir por dentro la problemática de una agencia joven como es AMEXCID, que está tratando de poner en marcha una política de evaluación, que a mi juicio es un gran acierto porque va a permitirles acortar ese periodo de aprendizaje que tienen las agencias para mejorar la eficacia de su cooperación y por lo tanto la eficacia del desarrollo. También me ha permitido conocer a distintas unidades de la propia AMEXCID, los desafíos que tiene un país como México, que es un país dual, pero que al final es un país que está en un grupo que se llama MIST, donde están países proveedores de carácter emergente, yo diría que más que emergente, proveedores que se van a incorporar al sistema con mucha fuerza, que están además en un proceso de convergencia también con los BRICS en cuanto al entendimiento que se le va a dar a la evaluación en la Cooperación Sur-Sur.

Por otro lado, esta experiencia me ha permitido reencontrarme con antiguos estudiantes que ahora están trabajando en la propia Agencia o fuera de ella,  y con gente de la academia de aquí de México, incluso también de ONG’s y de la Sociedad Civil; también me parece buenísimo conocer una agencia no por la teoría, que es como lo vemos muchas veces los académicos, sino en la práctica, en el día a día, en los problemas que hay, en situaciones en donde lo urgente siempre va por delante de lo necesario, y demás. Creo que México puede ponerse a la vanguardia dentro de la Cooperación Sur-Sur en estos temas de evaluación.

¿Cuál podría ser un reto y una oportunidad que la AMEXCID de manera particular tiene en este proceso?

El reto es sacar adelante la política, y en cuanto esté la política obviamente habrá un plan que se está debatiendo si será anual o bienal de evaluaciones y empezar a trabajar, es decir learning by doing, aprender haciendo, porque este tema de evaluación no está académicamente consolidada, hay gente que llega a la evaluación de distintas disciplinas, hay Máster de evaluación de políticas públicas, y todo eso, pero hay un gran debate si eso es simplemente una disciplina, es una técnica, es una cosa interdisciplinaria, en fin. Creo que hay que ponerse ya, y hay que ponerse ordenadamente, para eso creo que la política es fundamental para acabar con el desorden, los malos entendidos, para ver que esto es un proceso de aprender para mejorar, y mejorar para hacer las cosas de manera que tengan resultados en términos de desarrollo mayores, no debemos olvidar que esto es para los beneficiarios y que si se aprende a hacer las cosas bien los beneficios con los recursos que hay, que van a ser siempre escasos, serán mayores. Así tendremos eficiencia, no eficacia, eficiencia de la cooperación, que es el principio que quiere poner en marcha la Cooperación Sur-Sur.

¿Cuál es la principal diferencia entre eficacia y eficiencia?

Bueno, eficacia es una relación entre objetivos y resultados, es decir, que lo que se programa se haga independientemente de cuánto cueste y de cuánto tiempo se tome, mientras que eficiencia es hacerlo de manera lo más económicamente posible, dado que estamos manejando recursos públicos, y yo diría de la manera más innovadora porque la innovación para los economistas es muy fácil, es con los mismos recursos hacer más, digamos, hacer más cosas con lo que hay y hacerlo en tiempo.

¿Nos podrías compartir alguna anécdota que haya marcado tu carrera como evaluador de la cooperación internacional para el desarrollo?

En realidad tengo muchas, mi mayor experiencia ha sido de evaluaciones ex-ante y como teníamos tantísimos proyectos de ONGs, ahí hemos tenido toda clase de cosas jocosas. La anécdota que se repetía siempre era la confusión entre actividades y resultados, al final conseguimos que se diferenciara, una cosa era construir un centro social para y otra qué se podía conseguir con eso.

Si tuviera una frase final que dejarle a la AMEXCID de motivación o de empuje, ¿cuál sería?

La AMEXCID debe jugar el juego internacional de la evaluación de resultados para intentar cambiar las reglas y que también importen los procesos y los aprendizajes.