En México, este 2 de febrero fecha en que se celebra a la Candelaria, ningún hogar perdona los tamales. Esta fiesta es en honor a la Virgen de la Candelaria, que se apareció en Tenerife (Islas Canarias), al sur oeste de España, a principios del siglo XV, es una fiesta popular cristiana, pero que coincide con la fecha en que nuestros antepasados conmemoraban el primer día del año azteca dedicado a Tláloc, Chalchiuhtlicue y Quetzalcóatl.

En México, se acostumbra que quien obtuvo el niño oculto en la rosca de reyes, haga una fiesta, tradicionalmente basada en tamales y atole, ambos productos de maíz.

Los tamales tienen su origen en el México prehispánico, y gozamos de tantas variantes como culturas y tradiciones existen en el país. El tamal, del náhuatl “tamalli” (envuelto), es un alimento con base de maíz, relleno de diversos ingredientes, cocido en un paquete de hojas vegetales que lo mismo pueden ser de milpa o de maíz, que de plátano y hasta carrizo, chilaca o papatla.

Los hay de semilla de huazontle, de frijol con rajas, rellenos de carne de puerco o pollo en sofisticadas salsas, de piña con rompope, piñón con biznaga y dulce de cacahuate, o bien rellenos de zanahoria y papa picadas, chícharos, pimiento y huevo cocido.

En 1989, durante una jornada de conferencias organizadas por la tamalóloga Beatriz Ramírez Woolrich, se llegó a la conclusión de que es posible ubicar unas 500 recetas a base de tamales en todo el país, que derivan en unas tres mil o cuatro mil preparaciones, según costumbres familiares. ¿Cuál es tu favorito o el más raro que has comido?

México produce anualmente más de 24 millones de toneladas de maíz, lo que lo coloca en el 7º lugar a escala mundial. El consumo de este grano, por persona al año, es de 297 kilogramos.

¿Sabías qué?
El Instituto Politécnico Nacional desarrolló una fórmula para elaborar tamales con proteínas de pescado, volviéndolos bajos en grasa, lo que reduce los niveles de triglicéridos y colesterol.