El Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) centró sus estudios en la formación de híbridos precoces y que permiten una mayor producción de frutos en los estados de Yucatán, Tabasco, Oaxaca, Guerrero, Nayarit y Quintana Roo, incluso pueden ser cultivados en zonas donde no se concebía esa posibilidad.

En el país, 70 mil familias (más de 400 mil personas) dependen económicamente de lo que produce la palma de coco, por ello, mediante alternativas tecnológicas se busca mantener la fuente de ingresos de los mexicanos que radican en las zonas costeras, al mismo tiempo que se brinda, a estos pequeños productores, acompañamiento técnico en el desarrollo de capacidades y se les facilita el acceso a créditos.

México tiene la fortaleza de ocupar el segundo lugar en cultivo de cocoteros en el continente americano y el octavo a nivel global, pero tiene la amenaza de las enfermedades y las plagas que ponen en riesgo la producción del fruto.

Por eso tenemos que cuidar los cocoteros y no perder una fuente altamente comercializable porque toda la estructura del coco puede convertirse en subproductos, por ejemplo: artesanías, azúcar, leche, aceite de cocina, coco rallado, carbón activado y artículos de horticultura.

Por si fuera poco, el cocotero representa un importante atractivo turístico que genera la entrada de divisas en los estados donde se produce.