¿Qué se busca?, en primer lugar, la seguridad alimentaria, la cual está en niveles inferiores a lo establecido por organismos internacionales como la FAO, lo que puede poner en riesgo la viabilidad del sector.

Acabar con la exclusión y respaldar a los pequeños productores, en especial a los del sur-sureste para que reciban los beneficios de la tecnología, innovación, mecanización, extensionismo y de infraestructura para aprovechar la disponibilidad de recursos, como suelo y agua, y la presencia de productores dispuestos a mejorar su actividad.

El enfoque es equilibrar las condiciones para obtener más producción y llevar beneficios donde se necesita, porque mientras un productor del norte puede levantar hasta 18 toneladas de maíz en una hectárea, uno del sur obtiene sólo dos toneladas (sin dejar de reconocer situaciones agronómicas diferentes).

En el campo fincamos el futuro de México, por lo que rescatarlo es transformarlo de proveedor de materia prima en motor de desarrollo, toda vez que contribuye a arraigar a la gente y tradiciones, es cultura y la base de nuestro país.

El rescate del campo se trata de una tarea que requiere del compromiso de las autoridades y de la activa participación de todos los actores del ramo, porque es una deuda que atañe a toda la sociedad, en especial de los sectores más desarrollados, por eso, al sector agroalimentario exitoso y global hay que complementarlo con la solidaridad para quienes han sido excluidos de los beneficios del desarrollo y el crecimiento económico.

El potencial productivo del campo mexicano constituye el punto de partida para su transformación, toda vez que los productores, de todo tamaño, son actores fundamentales de este cambio.