La historia del campo mexicano está innegablemente ligada a los acontecimientos sociales, políticos y económicos que han transformado y configurado el México independiente del Siglo XXI en el que hoy vivimos.

Corría el año de 1521, tras la heroica caída de México-Tenochtitlan a manos de los españoles, cuando se cultivaba maíz, frijol, nopal, aguacate, tomate, amaranto, camote, chayote, chilaca, xoxocote, chiles, chía, tuna, capulines y zapote. Poco a poco, y conforme se consolidó el dominio de la Corona Española en la recién fundada colonia de la Nueva España, se promovió el comercio de la grana cochinilla, que se cultivaba en las nopaleras para producir un tinte rojo profundo, altamente codiciado en Europa.

Además, en este periodo, y como resultado de la conjunción de los productos mesoamericanos y los recién traídos del viejo continente, se criaban guajolotes y gallinas. Y en los mercados los comerciaban a cambio de granos de cacao, tasados en moneda española.

Los españoles introdujeron en las tierras que se apropiaron o compraron el trigo, árboles frutales europeos, así como borregos y cabras. Éstos últimos destrozaban los cultivos de los pueblos originarios, lo que derivó, en muchas ocasiones, en conflictos, que fueron resueltos, parcialmente, otorgándoles un mínimo legal de tierras que no podía ser apropiado: el fundo legal, así como sus ejidos para cultivos de la comunidad.

Los años de dominio español transcurrieron lentamente para los pueblos indígenas y criollos de la Nueva España, durante la primera mitad del siglo XIX, las ciudades de México eran pequeñas y poco pobladas; y la mayor parte de la población vivía en áreas rurales y se dedicaba a labores agrícolas.

El cambio más importante en el campo, durante el momento en el que se dio la Independencia de México, fue el crecimiento gradual de las propiedades como ranchos y haciendas que llegaron a tener una gran extensión. 

Con la creación de la hacienda como figura que concentró grandes extensiones de tierra, es que cada vez más se respiraba más descontento entre los indígenas y criollos, quienes conformaron gran parte del enorme  ejército popular que acompañó a los próceres de la patria: Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón, principalmente. Y como consecuencia de ello, dos meses después del inicio del movimiento de Independencia, Hidalgo, en su cuartel de Guadalajara, decretó que las y los campesinos dispusieran de la tierra para una repartición justa.

Tras el fin de la guerra de Independencia, el predominio de una economía agrícola fue eje central durante los primeros años del México independiente (1821-1854) y alrededor del 50 por ciento de la fuerza de trabajo se concentraba en el sector agroalimentario.

En ese periodo se dictaron las primeras leyes para el desarrollo agrícola del país y suprimieron impuestos a los plantíos de café, cacao, viñas y olivo, con el fin de incrementar su cultivo. Sin embargo, algunos productos como el algodón y la lana no quedaron libres del pago de tributos, pero se generaron figuras que solventaran e incentivaran su desarrollo.

La variedad de platillos que se preparaban en el naciente México independiente conservaron como ingredientes principales al maíz, chile, cacao, frijol y calabaza. Y entre las comidas que resultaron del choque de culturas están las rajas de chile poblano con crema y queso, sopa de fideos seco con chile pasilla, los chiles rellenos y, por supuesto, los chiles en nogada, platillo que se narra se presentó en un banquete en honor a Agustín de Iturbide en Puebla.

Hoy, en pleno Siglo XXI, México es una nación independiente, libre y soberana, que reconoce a los 8.9 millones de personas que se dedican al sector primario, quienes a través del trabajo en el campo, en los ríos, lagunas y mares transforman bienes agropecuarios y pesqueros para que todas las familias de esta nación cuenten con alimentos sanos y de calidad. 

En 2020, en medio de la pandemia generada por el virus SARS CoV-2, el sector primario registró un crecimiento positivo de 4.5 por ciento respecto al año anterior. En total se cultivaron 21.7 millones de hectáreas; se pescaron 1.9 millones de toneladas; y se generaron 7.4 millones de toneladas de carne; para un volumen total de producción de 290.7 millones de toneladas, lo que permitió que todos los días llegaran alimentos a las mesas de las y los mexicanos.

Por eso y más decimos ¡Viva México! ¡Vivan nuestros héroes de la alimentación!