Esa transformación no se detuvo, continúa con la investigación y mejoramiento genético de la planta que se desarrolla en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y que entre sus antiguos investigadores destacan un Premio Nobel de la Paz, El Dr. Norman Borlaug y tres galardonados del Premio Mundial de la Alimentación.

Actualmente, la semilla de trigo desarrollada en México -por décadas-, producto del trabajo conjunto del CIMMYT y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), es empleada en el 40 por ciento de la producción de trigo en el mundo, dato que la mayoría de las personas desconoce.

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El trabajo que se desarrolla, tanto en el CIMMYT como en el INIFAP, tiene nobles propósitos, por ejemplo las variedades resistentes a la roya pusieron en marcha la “Revolución Verde” con la que se combatió el hambre en varios países de África, así como en India y Pakistán, o apoyar con tecnología a los productores de trigo de temporal, pues en temporales de baja precipitación el trigo es mejor opción que el maíz, porque su ciclo es más corto y requiere menos agua.

Utilizando el mapa completo del genoma del trigo publicado en 2018, combinado con datos de pruebas de campo de líneas de mejoramiento de trigo en varios países, un equipo internacional de científicos ha identificado nuevas regiones cromosómicas significativas para el rendimiento del trigo y la resiliencia a las enfermedades y ha creado una colección de información genética de libre acceso y marcadores para más de 40 000 líneas de trigo.

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El CIMMYT surgió de un programa piloto patrocinado por el gobierno mexicano y la Fundación Rockefeller en las décadas de 1940 y 1950 cuyo objetivo era aumentar la productividad agrícola en México. Actualmente ha sido premiada su investigación por mejorar las dietas de millones de “los ciudadanos más desnutridos y mal alimentados del mundo” gracias al desarrollo de maíz con calidad proteica.

El mejoramiento genético del maíz y trigo coadyuvan en el objetivo de alcanzar la autosuficiencia alimentaria, pues se suma al conocimiento ancestral de nuestros productores.