El durazno es una fruta originaria de China, donde era considerada como un símbolo de larga vida e inmortalidad. Esta deliciosa fruta llegó a México junto a los españoles durante la Conquista y durante tres siglos sólo fue cultivado en los jardines de la nobleza, fue hasta 1927 que comenzó su plantación con fines comerciales lo que permitió una mayor disponibilidad de este aterciopelado fruto en los mercados nacionales e internacionales, con lo que también aumentó su consumo.

Los duraznos pertenecen a la familia Rosaceae, lo que los hace parientes cercanos de la mayor parte de las frutas más comunes: manzana, fresa, pera, membrillo, zarzamora, ciruela, cereza, frambuesa, etc; y también de plantas ornamentales como las rosas.

La almendra también es pariente cercana del durazno, por lo que las semillas de durazno son usadas como sustituto potencial del aceite de almendras en productos cosméticos. Actualmente, la producción de esta fruta es de casi 164 mil toneladas, lo que posiciona a nuestro país dentro de los veinte mayores productores de durazno a nivel mundial; esto demuestra el alto potencial del campo mexicano y de la gente que lo trabaja.