La historia del tamarindo en México comienza durante la Colonia, ya que fue en esta época cuando llegó con los españoles a América; su cultivo se dio tan bien que se extendió por todas las zonas tropicales del país, especialmente en la vertiente del Pacífico. Desde ese entonces, el uso del tamarindo se volvió muy famoso en nuestro país, convirtiéndose un elemento fundamental de nuestra gastronomía.

Aunque es más común ver al tamarindo en dulces, en una deliciosa agua fresca o como condimento; esta leguminosa y su planta también se utilizan en otras industrias para obtener colorante negro, para crear productos como pegamentos, insecticidas, papel muebles y botes.

También tiene un importante uso medicinal ya que, gracias a sus propiedades laxantes, diuréticas, astringentes, antipiréticas y antisépticas; con sus ramas, raíces, hojas, semillas y fruto se elaboran remedios para enfermedades del hígado, fiebre, asma, intoxicación alcohólica y problemas digestivos.

Los productores de los estados de Jalisco, Colima y Michoacán son principalmente quienes nos proveen de esta leguminosa, de la que en 2017 se contabilizó una producción nacional que superó las 49 mil toneladas.