El 28 de septiembre de 1821, un día después de la entrada triunfal del Ejército Trigarante que marcó la victoria de la lucha de Independencia, fue elaborada y redactada en dos ejemplares el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, firmada por los miembros de la Soberana Junta Provisional Gubernativa, un órgano de gobierno provisional conformado por 38 aristócratas seleccionados por Agustín de Iturbide.

Un ejemplar fue entregado a la Junta que representaba al poder legislativo, este ejemplar acompañó al legislativo hasta que fue devorado por el incendio que consumió el recinto legislativo de Palacio Nacional en 1909.

El otro ejemplar fue destinado para el Gobierno, pero en 1830 fue sustraído y vendido, y a partir de entonces comenzó una larga travesía entre el continente americano y el europeo, llegó a ser parte de la colección de Maximiliano de Habsburgo y finalmente llegó a la posesión de la familia de Florencio Gavito Bustillo, quien definió en su voluntad testamentaria que el Acta fuera devuelta al Estado Mexicano, lo cual tuvo lugar el 21 de noviembre de 1961 cuando su hijo Florencio Gavito Jáuregui la entregó al presidente de la república Adolfo López Mateos, momento para el cual el Museo Nacional de Historia, por gestión de su entonces titular Antonio Arriaga, había concluido la autenticidad del documento tras un análisis realizado por Ernesto Lemoine, entonces jefe de investigaciones históricas del Archivo General de la Nación, y Guadalupe Pérez San Vicente, especialista en paleografía y organización de archivos de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Tras una estancia de exhibición en el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, fue ingresada al Archivo General de la Nación, donde actualmente se preserva en su bóveda de seguridad, espacio donde se custodian las más valiosas joyas del Patrimonio Histórico que resguarda el AGN.

El documento original conservado mide 72.2 cm. de altura y 53.4 cm. de ancho, en cuyo cuerpo se escribió el texto principal con tinta café y se rubricó con distintas tonalidades de café. El Acta de Independencia en un soporte de papel grueso de manufactura manual y a partir de fibras de trapo. Tiene además un soporte auxiliar en el reverso de textil delgado color café, cuya trama es de un hilo de trama por uno de urdimbre (tejido conocido como tafetán). Los restos de adhesivo y papel en las orillas nos permiten inferir que debió estar adherido a algún otro soporte, de papel o cartón. El paso del tiempo ha hecho mella en el soporte, pues presenta una mancha en la esquina inferior izquierda (por humedad u oxidación), roturas y faltantes en los bordes superior e inferior, faltantes en las esquinas, con excepción de la superior derecha. En el reverso presenta dos marcas: una con un trozo de papel de 6 x 6.5 cm. con el sello del exlibris de Maximiliano que en su base señala “Equidad en la justicia” y un sello de la librería en Madrid de Gabriel Sánchez.

A propósito del bicentenario del inicio del movimiento por la independencia se realizaron nuevos estudios científicos interdisciplinarios con la más alta rigurosidad por parte de restauradores, conservadores, historiadores, fotógrafos, químicos, biólogos y físicos nucleares, sin comprometer de manera alguna la integridad material del documento. El estudio de la composición cromática ha sido fundamental para monitorear la variación del color del documento como expresión de deterioro y de transformación de la rugosidad del material. Los registros fotográficos ultravioleta y de imagen infrarroja que nos han permitido captar elementos invisibles como huellas digitales, salpicaduras, manchas, barrido y antigüedad de tintas, zonas de abrasión, pelusas y suciedad acumulada. El microscopio electrónico de barrido de vacío ha permitido conocer el buen estado general de conservación las fibras de papel, con excepción de las orillas. En suma, los recientes análisis científicos con las técnicas más avanzadas han confirmado la autenticidad del documento y un estado general de conservación, aunque con un deterioro natural propio del paso del tiempo y de la manipulación.

                Tales estudios han permitido generar mecanismos para su protección. Para el efecto, el Acta de Independencia ha sido encapsulada herméticamente para garantizar la preservación. La primera vez en 2010 y la segunda en 2017 con el apoyo de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. El proceso consistió en el resguardo del documento en una estructura con un vidrio especial para protegerlo de los rayos ultravioleta, a la que se le extrae todo el aire y en su lugar se inyecta gas inerte hidratado, el cual permite aislar del medio al documento en todos sus elementos (soportes y tintas). El sistema de encapsulado cuenta con sensores que permiten monitorear el estado de humedad relativa y temperatura en tiempo real. Con este procedimiento se asegura la preservación del documento fundacional de la nación mexicana, el cual cuenta con un valor histórico inconmensurable y que es fuente de identidad y orgullo para las mexicanas y mexicanos.

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