Esto permitió la consolidación de dos emporios de la industria textil formados con capital francés: la Compañía Industrial de Orizaba, Sociedad Anónima (CIDOSA) y la Compañía Industrial Veracruzana, Sociedad Anónima (CIVSA). En 1889 CIDOSA se expandió hasta la zona de Río Blanco, Veracruz, en donde aprovechó las condiciones socioeconómicas de la población indígena de Tenango para comprar unos terrenos desérticos cerca del cauce del río, apropiándose así de las aguas de la comunidad para llevar a cabo el proceso de blanqueo de sus telas. La nueva fábrica textil de Río Blanco fue inaugurada por el mismo presiente de la República, Porfirio Díaz.

La fábrica de Río Blanco se convirtió en la fábrica textil más grande del país, con lo cual contribuyó al posicionamiento de CIDOSA como una de las empresas con mayor capitalización en el país. Dicha empresa sólo era superada por otros capitales invertidos en los ferrocarriles y la minería, los cuales también habían sido favorecidos por el régimen porfirista. No obstante, la riqueza que generó dicha industria se concentró en las manos de unos pocos empresarios extranjeros.

Las condiciones laborales dentro de la fábrica de Río Blanco llegaron a resultar de carácter cuasi esclavista. En principio las largas jornadas laborales comprendían 14 horas de trabajo a cambio de recibir un salario que no alcanzaba para adquirir los insumos necesarios. Como otros tantos trabajadores en el país, dicha situación obligaba a los obreros de la fábrica a comprar en la tienda de raya en donde contraían una deuda que aumentaba día con día. Estas condiciones laborales llegaban a ser peores para los infantes y las mujeres.

Ante la gran adversidad en la que vivía el proletariado dentro de las inmediaciones de Río Blanco, se comenzó a conformar una organización obrera dentro de la fábrica, la cual fue encabezada por el obrero Manuel Ávila, el profesor juarista José Rumbia, y el obrero José Neyra, también simpatizante del Partido Liberal Mexicano (PLM).[1] La incipiente organización que se gestó dio paso a la conformación del Gran Círculo de Obreros Libres de Río Blanco, cuyo objetivo declarado consistió en combatir los abusos del capitalismo y la dictadura de Porfirio Díaz, así como mantener una comunicación estrecha con la Junta revolucionaria del PLM en St. Louis Missouri, Estados Unidos de América (EUA).

En 1906 la situación económica de la industria textil se vio afectada por la fluctuación de los precios del mercado ocasionando pérdidas a la burguesía propietaria de la fábrica de Río Blanco. Los dueños de la empresa decidieron pasar la factura a los obreros a través de la imposición de cargas económicas y medidas orientadas a entorpecer su organización política. En noviembre de aquel mismo año se estableció un nuevo reglamento que estipulaba un “recorte a los salarios de los trabajadores para las fiestas cívicas o religiosas; la obligación de pagar los instrumentos que fueran dañados por cualquier causa; cumplir con las 14 horas de jornada laboral; la prohibición de reunirse, y la censura de cualquier publicación que no fuera autorizada por la fábrica”,[2] entre ellos el periódico de Regeneración.

Esta situación no fue tolerada por los trabajadores de Río Blanco, quienes en un primer momento solicitaron el arbitraje de Porfirio Díaz, mientras que los patrones respondieron con un paro patronal con la finalidad de doblegar a los trabajadores a través del hambre y la falta de recursos económicos. La respuesta de las autoridades llegó a inicios de enero de 1907 con el laudo emitido por el presidente de la República, quien protegió los intereses de los empresarios extranjeros antes que las demandas justas y razonables del pueblo mexicano. 

Al romper el alba del día 7 de enero se escuchó nuevamente el silbato de entrada de la fábrica de Río Blanco. Sin embargo, aquella mañana miles de trabajadores, que por varios años habían sobrellevado un estado de explotación de terror, decidieron declararse en huelga. Algunos obreros arrojaron piedras a la fábrica, mientras que otros se lanzaron a liberar a sus colegas presos, así como a saquear e incendiar algunas tiendas de raya, las cuales no sólo mantenían en condiciones precarias a las y los obreros de Río Blanco, sino también de Santa Rosa y Nogales. La participación de las mujeres obreras de Río Blanco fue notable, pues formaron una valla en la entrada de la fábrica para recriminar a todos los esquiroles.  

La respuesta de las autoridades consistió en el uso de la violencia, cargando la policía local y las fuerzas federales sobre una muchedumbre desarmada. El resultado fue la muerte de más de 200 obreros, la detención de 400 personas y miles de despedidos, quienes tuvieron que huir y esconderse en las montañas de los pueblos ligados a la fábrica. Los obreros que fueron identificados como cabecillas fueron ejecutados y exhibidos a manera de escarmiento en una de las tiendas de raya que habían sido saqueadas a causa del hambre.

A los pocos días de los acontecimientos de Río Blanco las fábricas textiles de Veracruz volvieron a operar de manera normal. Muchos trabajadores se vieron obligados a regresar ante la falta de dinero y alimento para sus hogares. La situación fue celebrada por los empresarios de la Compañía Industrial de Orizaba con una cena en honor al general Rosalino Martínez,[3] quien había encabezado a las fuerzas federales contra los obreros.

A pesar del alto costo que pagaron las y los trabajadores de Río Blanco, sus acciones contribuyeron a desmoronar la vieja estructura del régimen y sus anhelos encontraron sitio en la Constitución de 1917. En dicho documento, la facción triunfante de la guerra civil se vio obligada a recoger las demandas obreras, entre las cuales se encontró la prohibición de prácticas de explotación como las que se vivieron dentro de la fábrica de Río Blanco.

[1]Comisión Nacional de los Derechos Humanos, “Inicia la huelga en la fábrica de textiles de Río Blanco, Veracruz”, Ciudad de México, 2021, Recuperado de https://www.cndh.org.mx/noticia/inicia-la-huelga-en-la-fabrica-de-textiles-de-rio-blanco-veracruz

[2] Alberto Sánchez Hernández, “La rebelión de Río Blanco”, Relatos e historias en México, México, núm. 17, enero de 2010. Consultado en https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/la-rebelion-de-rio-blanco

[3] “El Sr. General Rosalino Martínez”, El Imparcial, Ciudad de México, 13 de enero de 1907, p. 1. Biblioteca y Hemeroteca Ignacio Cubas, AGN.