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Con el territorio ya tomado por los conquistadores españoles, las redes de caminos fueron una prioridad para las autoridades de la época virreinal, quienes se enfocaron en ampliar las rutas hacia los diferentes puertos de manera que se conservaran como núcleos principales lo fue el territorio de la gran Tenochtitlán y los puertos de salida hacia Europa y Asia, pues uno de los principales objetivos de la exploración y conquista era buscar una nueva ruta de la seda y las especias.

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Una de las vías importantes fue la que comunicó al puerto de Acapulco con el de Veracruz y que pasaba por la Ciudad de México, ya que se transportaban objetos valiosos provenientes desde la famosa ruta Galeón de Manila-Acapulco o Nao de China. Sin embargo, este trayecto presentaba una gran dificultad, pues era un camino rústico y complicado de seguir para los transportistas que lo transitaban por primera vez./cms/uploads/image/file/707144/3.png

Esta situación fue aprovechada por determinadas personas que llegaron a levantar caminos falsos o denominados libres para evitar pagar determinadas garitas, una especie de casetas de pago, las cuales tenían un impuesto de acuerdo con las cargas de transporte. Estas desviaciones se descubrieron en 1803 a través del caso presentado al gobernador de Acapulco en contra de un hacendado de nombre José Larumbe, quien fue acusado por Francisco Tellechea, encargado de administrar los cobros de peaje del tramo de la garita de dos caminos, nombrado así porque era una ruta de ida y vuelta.

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José Larumbe decidió abrir una vía alternativa que atravesaba sus terrenos ubicados en la llamada Hacienda de Chapolaca bajo el argumento de que era un cruce más rápido, además brindaba la facilidad de pagar lo que desearan o estuviera en sus posibilidades para ir y venir de Acapulco. Dicha situación hizo que las autoridades encargadas de regular los caminos y calzadas tomaran cartas en el asunto, pues además de extraviar y exponer a los transportadores a bandidaje, les era imposible cobrar el peaje correspondiente.

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Al ser descubierto dicho sendero, José Larumbe fue remitido ante el gobernador de Acapulco y el sendero que había creado fue obstruido para que no pudiera ser utilizado otra vez. Larumbe confesó que utilizó esta ruta para beneficiarse y fue condenado a pagar la cantidad de dinero que la garita dejó de percibir durante el tiempo que los arrieros usaron la ruta de un camino que fue considerado falso e ilegal.

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Referencia: AGN, Instituciones Coloniales, Caminos y Calzadas, vol. 22, exp. 2.

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*Las imágenes utilizadas para ilustrar el presente relato son una interpretación libre realizada por la subdirección de difusión del AGN y no pretenden representar con exactitud los hechos ni escenarios de la época.*