A lo largo del tiempo, las diferencias sociales, políticas y culturales sujetas al sistema patriarcal han derivado en el menoscabo de los derechos de las mujeres y, por ende, en mecanismos de opresión. Una de las poblaciones que históricamente se vio más vulnerada por estas condiciones fue la de las mujeres afrodescendientes en América, ya que por siglos fueron comercializadas como esclavas.

 

En el caso de México, la esclavitud de mujeres africanas llegó de la mano de los conquistadores, quienes a través de la compañía portuguesa de esclavos introdujeron desde el siglo XVI a miles de africanos al territorio. Las mujeres que llegaron a ser comercializadas durante aquel periodo estuvieron obligadas a realizar trabajos forzados y fueron víctimas de violaciones. Lo anterior dio paso al surgimiento de nuevas castas que recibieron determinados nombres de acuerdo con su origen, como el mulato, nombre con el que se conoció al descendiente entre la casta española y africana.

 

Al indagar en el fondo del AGN nombrado Matrimonios, podemos saber que dentro del universo hispanoamericano, las mujeres esclavas fueron limitadas y obligadas a determinadas circunstancias, como en el caso de la vida marital, pues no podían contraer matrimonio sin el permiso de sus amos. Sin embargo, en más de una ocasión se denunció al esclavista por impedir el sacramento del matrimonio, así lo hizo Antonia de la Natividad, una esclava afrodescendiente que denunció al amo de su esposo por no dejarle hacer vida marital.[1]

 

Muchos de estos casos llegaban a ser atendidos por la Iglesia, quien exhortaba a los amos a no impedir la unión de las personas esclavas con el fin de evitar el concubinato. Sin embargo, la intervención de la Iglesia no significó que se reconociera el derecho o la libertad de los esclavos africanos respecto al matrimonio.

 

Esta situación fue mucho más perceptible cuando se trataba de la unión entre un hombre esclavo y una mujer afrodescendiente libre. Ante tal escenario, la mujer que deseaba unirse con el esclavo terminaba por perder su libertad, ya que se veía obligada a aceptar ciertas condiciones, mismas que eran impuestas por el sacramento del matrimonio y las tradiciones propias del pensamiento católico sobre la unión entre hombres y mujeres, como que la mujer debía vivir "en las buenas y en las malas" con su esposo.

 

La mujer sacrificaba su libertad al aceptar el matrimonio con un esclavo, pues, además de aceptar las condiciones ideológicas del matrimonio, debían regirse por el código legalista de Las Siete Partidas en donde se estipulaba que toda mujer “sufre mayores trabajos”[2] con respecto al hombre. Además, se les imponía una unión indisoluble ante cualquier malestar o carencia de la pareja, en este sentido, la ley obligaba a la mujer libre a cuidar y velar por la salud de su pareja esclava.

 

Ante este panorama, se puede señalar que las mujeres libres terminaban por volver a ser esclavas a partir del matrimonio. De hecho, esta condición se puede identificar en las cláusulas que se establecían al momento de celebrar las uniones maritales, pues en las mismas se le recordaba a la mujer que el esposo carecía de toda libertad, por lo cual debía de rechazar la idea de ser libre con su pareja y aceptar las obligaciones que consigo traía el matrimonio y las adicionales que impusiera el amo.

 

Una de las experiencias de las que se tiene registro es la de María de la Cruz, quien se unió con Miguel de los Ángeles, ambos criollos afrodescendientes. Al momento de llevarse a cabo esta unión, el provisor vicario cuestionó a María de la Cruz sobre si conocía el estado de esclavitud de Miguel de los Ángeles y las obligaciones que debía contraer al casarse con él, como desplazarse a otro lugar en caso de ser vendido o por mandato de su amo. María de la Cruz contestó que efectivamente conocía que Miguel de los Ángeles era esclavo, pero que era su libre decisión casarse con él, por lo que quedó formalizado su matrimonio el 29 de mayo de 1629 (imágenes 1, 2 y 3).

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Imágenes 1, 2 y 3. Solicitud de matrimonio entre los criollos Miguel de los Ángeles y María de la Cruz, Ciudad de México, 29 de mayo de 1629

 

Sobre los hijos que eran producto de la unión entre una mujer libre y un hombre esclavo, en el antiguo código legal de Las Siete Partidas se marcaba que los niños nacían libres al adquirir el estado de la madre.[3] Esta fórmula también aplicaba para los casos contrarios, es decir, el hijo de una madre esclava y un padre libre era por naturaleza esclavo. A pesar de esta consideración, los hijos de las mujeres afrodescendientes libres sufrieron abusos de poder por parte de los esclavistas, quienes los llegaron a vender como esclavos.[4]

 

A manera de conclusión, los problemas aquí analizados fueron tan solo algunos de los tantos que las mujeres afrodescendientes llegaron a sufrir como uno de los sectores sociales más violentados. Muchos de estos problemas aún siguen siendo desconocidos a causa de la invisibilización de las raíces africanas en México, esto en gran medida porque la idiosincrasia nacionalista del mestizaje solo recoge las raíces europeas y las indígenas y se olvida de otros sectores, grupos y pueblos.

 

Bibliografía consultada

 

Referencia de imágenes:

Imágenes 1, 2 y 3. Solicitud de matrimonio entre los criollos Miguel de los Ángeles y María de la Cruz , en AGN, Instituciones Coloniales, Matrimonios, vol. 10, exp. 104, fs. 241-242.

 

[1] Autos promovidos por Antonia de la natividad, negra esclava, para que el amo de su esposo lo deje hacer vida maridable, en AGN, Instituciones Coloniales, Matrimonios, vol. 2, exp. 31, fs. 273-281.

[2] Alfonso X de Castilla, “Título II. -De los Casamientos.”, Las siete partidas del Rey Don Alfonso el Sabio, cotejadas con varios códices antiguos por la Real Academia de la Historia, tomo III, Madrid, España, Real Academia de la Historia, 1807, p. 12.

[3] Alfonso X de Castilla, “Título XXI. -De los siervos”, Las siete partidas del…, 1808, p. 118.

[4] Real Audiencia, Queja y solicitud de justicia de María Luciana Isabel, negra libre, ya que don Antonio Álvarez, vecino de Córdoba, vendió a sus dos hijos sin ser esclavos, en AGN, Indiferente Virreinal, caja 4955, exp. 35, fs. 2.