Cuando se estableció la primera imprenta de la Nueva España su uso era limitado, pues se destinaba exclusivamente para imprimir libros y folletos de carácter religioso, pero con el paso del tiempo se fueron estableciendo otras imprentas, siempre bajo la vigilancia de las autoridades virreinales. Con la aparición de la Gaceta de México y noticias de Nueva España en el siglo XVIII se experimentó un nuevo fenómeno dentro de las imprentas de la Nueva España porque fue la primera publicación periódica en la que se buscaba comunicar noticias sobre economía, religión y temas sociales de las principales regiones de la Nueva España, así como promocionar libros permitidos.

La falta de libertad dentro de las imprentas novohispanas se convirtió en uno de los principales malestares de la sociedad criolla, en especial durante el proceso de las reformas borbónicas las cuales provocaron cambios importantes en la administración y economía de la Nueva España y despertaron un inconformismo general de la sociedad, tal como se experimentó durante la expulsión de la Compañía de Jesús (1767). Esto llevó al virrey Carlos Francisco de Croix a emitir una de las máximas sentencias del despotismo ilustrado encaminadas a limitar, entre otras voluntades, la libertad de imprenta: “Pues de una vez para lo venidero deben saber los súbditos del gran monarca que ocupa el trono de España, que nacieron para callar y obedecer y no para discurrir, ni opinar en los altos asuntos del gobierno”.[1]

Con la crisis de la Corona de España en 1808 se avivó el interés de los criollos por conocer y dar a conocer la situación política que vivía la Península Ibérica ante la invasión de las tropas napoleónicas y los impresos que llegaban desde las embarcaciones foráneas eran la única vía que tenía la sociedad novohispana para conocer las últimas noticias del otro lado del hemisferio. Ante tal panorama, la élite peninsular buscó cerrar estos canales de comunicación para mantener el poder en sus manos y evitar cualquier tipo de idea encaminada a establecer un gobierno provisional autónomo como se estaba experimentando en otras colonias españolas.

Tras el grito de libertad de Miguel Hidalgo y Costilla, varios insurgentes coincidieron en que para expandir la lucha independentista y las ideas de libertad era necesario contar con una imprenta de carácter nacional que contrarrestara la opinión oficialista de los realistas. Fue así como comenzaron a proliferar diversas imprentas clandestinas a lo largo del territorio mexicano cuyos impresos se encargaban de dar a conocer los decretos e ideas del bando insurgente. Entre los documentos más sobresalientes que se imprimieron durante este periodo se encuentran el periódico Ilustrador Nacional (1812) y el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana (1814), ambos publicados por la incipiente imprenta nacional de los insurgentes. A pesar de la defensa por mantener vivo el derecho de libertad de imprenta, este fue socavado por los realistas, quienes se empeñaron en imponer la censura.

Esta situación se mantuvo hasta el surgimiento de las primeras imprentas oficiales de carácter nacional en México, como la Imprenta del Imperio y la Imprenta Nacional del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, establecida el 20 de abril de 1823 en Palacio Nacional.

A través de la documentación del AGN podemos conocer más a fondo la operación de la Imprenta Nacional del Supremo Gobierno, la cual estuvo encabezada en sus inicios por Joaquín de Miramón, quien durante su primer año de gestión rechazó el sueldo correspondiente de director y vivió solamente de su antiguo sueldo de capitán veterano de caballería.

Para el correcto funcionamiento de la imprenta también se contó con un Corredor y Editor de Gaceta, un Oficial de Despacho de Gaceta, un Oficial de Apuntes y Venta de Impresos, un Oficial Mayor de Composición del Soberano Congreso, un Oficial Mayor de Composición del Supremo Poder Ejecutivo, un Oficial Mayor de los Departamentos de Impresión, dos prensas y un Oficial Mayor Repartidor de Gaceta. Otros colaboradores dentro de los diversos departamentos fueron los impresores, encuadernadores, cortadores y fundidores de letras (imagen 1).

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Imagen 1. Informe sobre los sueldos de los empleados de la Imprenta Nacional del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos firmado por Joaquín de Miramón, México, 1824

En sus primeros años, específicamente en 1824, la Imprenta Nacional del Supremo Gobierno contabilizó un ingreso de 18 265 pesos, 1 real y 3 granos por la publicación de 742 impresos. Gran parte de esos ingresos fueron por suscripciones, compra de gacetas y pagos del gobierno, mientras que otras entradas corrieron a manos de particulares que pagaban por la publicación de sus anuncios en la Gaceta del Gobierno (imagen 2).

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Imagen 2. Manifestación del ingreso y egreso en la Imprenta del Supremo Gobierno expedido por Joaquín de Miramón, México, 1824

Es importante recalcar que durante aquel año, la Imprenta Nacional del Supremo Gobierno se había entregado a la ardua tarea de publicar todo lo concerniente a la nueva forma de gobierno que había adoptado la República Federal Mexicana. Entre los textos que publicaron estuvieron el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana y la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1824, así como los reglamentos, dictámenes de comisión, circulares y otros impresos del Soberano Congreso (imagen 3).

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Imagen 3. Informe de los gastos y publicaciones de la Imprenta del Supremo Gobierno firmado por Joaquín de Miramón, México, 1824

Entre los principales gastos que tenía que atender la Imprenta Nacional del Supremo Gobierno estaba la compra de papel, como muestra están los 9 336 pesos que el gobierno tuvo que pagar en 1824, es decir, casi la mitad de los ingresos obtenidos durante aquel año. Este costo dependió, en gran medida, de la calidad de papel que se utilizaba, puesto que la Imprenta Nacional se había surtido de cuatro tipos diferentes de papel: florete, medio florete, chino y sellado (imagen 4).

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 Imagen 4. Detalles sobre el papel utilizado por la Imprenta Nacional del Supremo Gobierno, informe escrito por Joaquín de Miramón, México, 1825

El papel florete resultaba ser uno de los más caros por sus tonos más blancos, de ahí que el gobierno solamente adquiriera, en aquel año, 35 resmas por un valor unitario de 16 pesos. Por otra parte, aunque el papel chino era más económico ─costaba 5 pesos por resma─, era de baja calidad y la Imprenta Nacional evitaba utilizarlo, por eso solamente adquirió 103 resmas. La mejor opción era el papel de medio florete, cuya calidad era menor en comparación al papel florete, pero superior al papel chino. El costo de este papel era de 6 pesos por resma, por tal motivo se adquirieron cerca de 1 366 resmas y se utilizaban para los impresos.

El papel que fue menos usado por esta antigua imprenta fue el papel sellado, ya que solo se adquirieron 5 resmas por el valor de 13 pesos por unidad. Posiblemente, se utilizaba para cuestiones administrativas o legales con otras instituciones del gobierno, de ahí su escasa utilización.

Fue así como operó la Imprenta Nacional del Supremo Gobierno, una de las primeras imprentas que marcó el rumbo de la imprenta decimonónica de México, misma que impulsó el derecho de libertad de imprenta una de las principales garantías que por cerca de 300 años se mantuvo suprimida en la Nueva España.  

 

Referencias de Imágenes:

Todas las imágenes proceden de AGN, México Independiente, Gobernación y Relaciones Exteriores, Imprenta de Gobierno, vol. 1, exp. 1.

Imagen 1. Foja 5 v.

Imagen 2. Foja 6 f.

Imagen 3. Foja 5 f.

Imagen 4. Foja 7 f.

Bibliografía Consultada:

Diccionario de la Independencia de México, Ana Carolina Ibarra, Virginia Guedea, Alfredo Ávila Rueda (coord.), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2010. [Consulta: 8 de diciembre de 2022]

Publicaciones periódicas mexicanas del siglo XIX: 1822-1855, Miguel Ángel Castro, Guadalupe Curiel (coord.), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2000.