A mediados del siglo xix, el general Juan Álvarez logró establecer uno de los más poderosos cacicazgos del país en la zona sur de México, en el actual estado de Guerrero. Tal situación, en más de una ocasión, lo llevó a sostener diversos enfrentamientos locales con otros líderes, en especial con militares que habían sido favorecidos por el Poder Ejecutivo con puestos en las comandancias de la costa del sur como fue el caso del coronel Florencio Villarreal, tal como se llegó a registrar en los documentos del AGN.

Uno de los fenómenos que se presentaron en la conformación de la nación mexicana en el siglo xix fue el caciquismo. Este fenómeno constituyó una antigua forma de poder que se caracterizó por la formación de redes locales y regionales utilizadas para ejercer el control en determinadas zonas a través de la figura del cacique, ente que es definido por Paúl Friedrich como “un líder autocrático en la política local y regional, cuyo mando característicamente informal, personalista y a menudo arbitrario, está respaldado por un grupo [...] Sin embargo, estos caciques, aunque de manera imperfecta, sirven de puente entre los campesinos del poblado y, en el otro extremo, la ley”.[1]

Tal definición nos permite comprender que al ser una figura de poder regional o local se vio favorecida ante el debilitamiento y extinción de la antigua estructura colonial de poder formal e informal. Esto permitió que en las primeras décadas del México independiente varios de estos caciques representaran “el poder real en las diversas regiones”,[2] en medio de las constantes luchas que se llegaron a presentar entre las diversas élites del país y la fragmentación del poder real en tensión con la lenta consolidación de una estructura centralizada.

Ahora bien, a pesar de la autoridad que llegaban a alcanzar los cacicazgos, fueron estructuras que se mantuvieron al margen de sus intereses locales, aunque cualquier fuerza considerada como una amenaza a su poder los llevaba a la acción. Asimismo, en algunos casos se llegaron a presentar casos de enfrentamiento regional o local entre caciques y líderes militares; tal como se presentó en la zona del actual estado de Guerrero entre las figuras de Juan Álvarez y Florencio Villarreal.

Álvarez era una leyenda sureña que se había formado a partir de sus notables acciones militares durante la lucha independentista. Su contribución en las campañas armadas de José María Morelos y Pavón y de Vicente Guerrero le permitió ganar un gran número de allegados en la zona y el correspondiente poder político en la costa del sur, por lo que pasó a ser uno de los principales caciques de aquel punto. Por otra parte, Villarreal era un soldado realista que se había sumado oportunamente al movimiento trigarante de Agustín de Iturbide y posteriormente a los encabezados por Nicolás Bravo y Antonio López de Santa Anna, obteniendo cargos militares en ciertas comandancias en la zona de Guerrero.

Los primeros enfrentamientos que tuvieron estos personajes se presentaron en 1841, tras la petición de Villarreal para la creación del municipio de Tecoanapa, con la finalidad de contrarrestar el poder local de Álvarez. Esta tensión crecería al año siguiente cuando Villarreal asumió formalmente el poder militar de la comandancia de la Costa Chica, lo que ocasionó una gran molestia de Álvarez, quien incluso sería acusado de fomentar la rebeldía en aquella comandancia, así como un intento de asesinato.[3] Este primer encontronazo dejó ver la fuerte presencia que tenía Álvarez en la zona al impulsar a otros caciques locales de menor poder para hacer frente a la imposición que significaba el nombramiento de Villarreal.

El conflicto entre ambos volvió a despertar en 1847 con el proyecto de creación del estado de Guerrero, planeado por el mismo Álvarez y que se interrumpió por la invasión de las fuerzas norteamericanas, mas una vez superada esta convulsiva situación, la iniciativa fue retomada. La propuesta no llegó a ser del agrado de Villarreal, ni de otras fuerzas políticas y militares de aquella localidad, quienes intentaron organizarse para contraponerse a esta acción. Sin embargo, no llegaría muy lejos el esfuerzo de Villarreal, pues al poco tiempo fue denunciado por conspiración, tal como quedó asentado en el expediente del juicio que le fue seguido, con número 3704 del volumen 355 del fondo Archivo de Guerra del AGN.

Como tal, el proceso fue iniciado por Juan Álvarez en septiembre de 1848, entonces comandante general de Guerrero, quien solicitó desde Chilapa a la villa Tlapa que se hicieran las debidas averiguaciones contra el coronel Florencio Villarreal por el delito de conspiración, a propósito del movimiento en formación en aquella localidad y en otras cabeceras del estado. No era la primera vez que intervenía en favor de su proyecto de creación del estado de Guerrero para reprimir una sublevación indígena que había adelantado la demanda de sumarse a la nueva territorialidad a destiempo. Si bien actuó con la fuerza en este caso, el expediente en cuestión nos deja ver una arista de su habilidad política en el uso de recursos institucionales para neutralizar enemigos políticos. La petición fue turnada al juez de 1ª instancia de lo civil de Tlapa, pues por la información de la misma comunicación se sabe que no existía un juzgado militar en la zona (imágenes 1 y 2).

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 Imágenes 1 y 2. Joaquín Rivera informa de la solicitud de Juan Álvarez para iniciar las averiguaciones contra Florencio Villarreal por el delito de conspiración (1848).

El primero que compareció ante el juzgado fue Ricardo Montealegre, quien se dedicaba a labrar la tierra en el Barrio de San Diego. Pues bien, este personaje comentó que un día, cuya fecha no llegaba a recordar, había sido solicitado por el coronel Villareal para escribir un “plan con carácter de proclama”, en el cual participarían nueve pueblos que ya habían sido previamente llamados a sumarse al levantamiento (imágenes 3 y 4).

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Imágenes 3 y 4:  Declaración de Ricardo Montealegre, Tlapa, Guerrero, circa 1848.

Con respecto al contenido de este plan, el declarante dijo que señalaba como traidor a Álvarez, acusado de ser uno de los jefes militares que tenían responsabilidad en la “entrega de la nación a los norteamericanos”, por lo cual llamaba a los pueblos a que “no confiaran en él”, además de disponer medidas para llevar a cabo el levantamiento como “no robar ni causar perjuicios”, “no cometer actos violentos con injuria grave al padre de familia”, “no cometer homicidios en personas inculpables y que estén por el orden del proyecto” y por último “no pagar la contribución establecida”.

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Imagen 5: Declaración de Ricardo Montealegre (1848)

 

Estos distintos puntos atribuidos al plan de Villarreal dejaban ver la intención de mermar la reconocida figura militar que Álvarez había alcanzado en aquella entidad, retirar el respaldo que el pueblo guerrerense le guardaba al general y, por último, evitar que los pobladores continuaran contribuyendo económicamente a la capitanía de Guerrero. En pocas palabras, según el declarante, el plan estaba encaminado a reducir el poder de Álvarez dañando tres de sus principales pilares: prestigio, respaldo y economía.

Posteriormente fueron interrogadas varias personas más, quienes ofrecieron información cada vez más relevante sobre los planes del coronel Villarreal. Algunos sostuvieron que el coronel se había reunido con líderes de otros poblados, en especial con comunidades indígenas, quienes llegaban a pernoctar en la morada del coronel, en donde se intercambiaron puntos sobre la sublevación, así como armamento y parque para determinadas comunidades.

Al ser interrogado Manuel de Abarca, uno de los principales amigos de Villarreal en Tlapa, afirmó que el coronel Villarreal también buscaba entorpecer la creación del estado de Guerrero, convenciendo a varios alcaldes de los males que sufrirían a causa del proyecto territorial que planteaba Álvarez (imágenes 6 y 7). A través de los diversos testimonios se pueden saber los temores de una y otra parte: se argumentaba que Villarreal manifestaba a los demás líderes que, de crearse la nueva entidad perderían poder, pues Álvarez eliminaría los cacicazgos, enajenaría la tierra para venderla y establecería nuevas contribuciones.

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Imágenes 6 y 7: Declaración de Manuel de Abarca (1848)

Según Abarca, tales “marañas” lograron convencer a una que otra persona de aquella zona para unirse al coronel Villarreal, quien desde su llegada a la comunidad de Tlapa había fortalecido sus lazos de amistad y su figura de líder carismático; como resultado comenzó a percibirse como el protector de las autoridades locales ante estructuras de mayor poder y por el mismo gobierno nacional.

El resultado fue la captura del coronel Villarreal, lo que evitó que pudiera llevar a cabo su revuelta. Esto principalmente se debió a que Villarreal obtuvo el apoyo de unos cuantos poblados, pues carecía de los lazos políticos que Álvarez poseía en la zona de Guerrero. Álvarez, por su parte, ocupó sus fuerzas principales en apaciguar otras rebeliones que representaron una mayor amenaza como la de Felipe Santiago a principios de 1949, mismo año en el que concretó su plan con el apoyo del secretario de Hacienda, Mariano Riva Palacio, y del presidente José Joaquín de Herrera.

A pesar de tal resolución Villarreal no llegó a perder poder en la Costa Chica de Guerrero, en donde había afianzado su poder militar. Dicha situación fue fundamental en 1854 cuando, tras ser destituido de la comandancia general de aquella localidad por el dictador vitalicio Antonio López de Santa Anna, se pronunció bajo el Plan de Ayutla, lo que le permitió volverse uno de los líderes de la revolución liberal que junto con otras fuerzas afines de la zona de Guerrero, entre ellos el general Juan Álvarez, pasaría a oponerse al gobierno centralista que Antonio López de Santa Anna quería volver a establecer.

En conclusión, se puede señalar que Juan Álvarez se colocó como uno de los principales líderes de la zona del actual estado de Guerrero y llegó a actuar cuando su poder se veía amenazado, en especial por fuerzas externas como en el caso de la llegada de Florencio Villarreal, en un pasaje poco estudiado en la coyuntura de creación del estado de Guerrero y que arroja matices interesantes sobre la forma de hacer política de Álvarez. Bajo esta relación de poder en 1854 ambos se sumaron como caudillos de la revolución liberal de Ayutla contra la dictadura de Antonio López de Santa Anna.

 

Bibliografía consultada:

Díaz Díaz, Fernando, “Caudillos y caciques: Santa Anna y Juan Álvarez”, tesis doctoral, México, El Colegio de México, 1971.

Gilbert Bushnell, Clyde, La carrera política y militar de Juan Álvarez, México, Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, 2011.

Solís Sánchez, Ismael, “El caciquismo en México: la otra cara de la democracia mexicana. El caso del caciquismo urbano en el Estado de México”, en Estudios Políticos, núm. 37, enero-abril, 2016, pp. 167-192.

Trejo, Víctor, “Cacicazgos y arriería en el siglo XIX. Rafael Cravioto y la Sierra de Puebla”, tesis de maestría en Historia, México, Universidad Iberoamericana, 2006.

 

Referencias de las imágenes:

 

Imágenes 1 y 2: Joaquín Rivera al Juez de 1ª instancia, Tlapa, Guerrero, 20 de septiembre de 1848, en AGN, Archivos de Guerra, vol. 355, exp. 3704, fs. 343F y 343V.

Imágenes 3 y 4: AGN, Archivos de Guerra, vol. 355, exp. 3704, fs. 346F y 346V.

Imagen 5: Declaración de Ricardo Montealegre, Tlapa, Guerrero, circa 1848, en AGN, Archivos de Guerra, vol. 355, exp. 3704, fs. 347F.

Imágenes 6 y 7: Declaración de Manuel Abarca, Tlapa, Guerrero, 04 de octubre de 1848. AGN, Archivos de Guerra, vol. 355, exp. 3704, fs. 360F y 360V.

 

[1] Paul Friedrich, Los príncipes de Naranja. Un ensayo de método antropohistórico, México, Grijalbo, 1991, pp. 124-125. Citado en Ismael Solís Sánchez, “El caciquismo en México…”, en Estudios Políticos, núm. 37, enero-abril, 2016, p. 170.

[2]Victor Trejo, Cacicazgos y arriería en el siglo XIX. Rafael Cravioto y la Sierra de Puebla, 2006, p. 5.

[3] “Declaración de D. Luis Gonzaga campo, primer testigo”, Diario del Gobierno de la República Mexicana, 16 de julio de 1843, tomo XXVI, núm. 2 945, México, p. 1.  En Hemeroteca Nacional Digital de México, <<https://bit.ly/3wEcdjd>> [Consulta: 20 de mayo de 2022.]