El fonógrafo, inventado por el norteamericano Thomas Alva Edison en 1877, revolucionó la forma de vivir los sonidos al permitir escucharlos previamente grabados a través de un dispositivo cilíndrico que se convirtió en el primer sistema de reproducción sonora. A partir de tal creación, en 1888, el alemán Emile Berliner creó el gramófono, un instrumento electromecánico para grabar y reproducir el sonido a partir de un disco plano y no por medio de un cilindro como lo hacía el fonógrafo.

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Imagen 1. Diagrama de mecanismo interno de un aparato fonográfico.

Con el gramófono, a principios del siglo XX, se comenzaron a escuchar las voces de los grandes cantantes e intérpretes sin estar sujetos a la disponibilidad de una representación en vivo. Esto llevó a Emile Berliner a asociarse con el empresario estadunidense Eldridge Johnson para crear la empresa de discos fonográficos denominada Victor Talking Machine Company. Para 1910, Berliner y Johnson habían dominado la naciente industria musical con la popularización de los discos, con lo cual dejaron atrás la reproducción a partir de cilindros.

Para 1919, la patente obtenida por Emile Berliner expiró, lo que dio paso a la apertura de más empresas dedicadas a la elaboración de discos. Con el aumento de la producción de estas piezas sonoras se gestaron nuevas prácticas, ya no sólo para registrar y reproducir el mundo sonoro, sino para resguardar los diversos discos utilizados en las incipientes emisoras de radio, los salones de bailes y colecciones de particulares aficionados. Para atender a las nuevas necesidades, se crearon productos como los archiveros y los estuches para conservar y ordenar discos fonográficos.

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Imagen 2. Perspectiva lateral y superior del diagrama del aparato fonográfico.

Nuestro país no fue ajeno a los esfuerzos de inventores a lo largo y ancho del planeta por mejorar las experiencias sonoras. La década de 1920 no sólo representó el fin de la lucha armada entre las tendencias revolucionarias, el apaciguamiento de los poderes locales y la construcción de un nuevo Estado, sino también un importante impulso a la actividad cultural y creativa. Por tanto, no sorprende que en esa década tan agitada existieran en nuestro país mentes dedicadas a resolver problemas técnicos vinculados con la naciente industria y la vida musical. Así, a finales de la década, dos mexicanos presentaron sus inventos para registrar la patente al Departamento de la Propiedad Industrial de la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo.

El primero de estos aparatos llegó en 1926 bajo el nombre de archivero fonográfico y fue creado por el abogado Agustín Martínez Anaya. Éste, a partir de una caja hecha de madera, metal y otros materiales apropiados, creó un sistema que permitía la rotación del disco afuera de su compartimiento para tomarlo fácilmente. Esto era posible gracias a una varilla que, al ser operada por botones, inclinaba los discos que se encontraban en una serie de espacios dispuestos paralela y perpendicularmente al fondo de la caja (imágenes 3 y 4 )[1].

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Imagen 3. Patente para un archivero fonográfico

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Imagen 4. Patente para un archivero fonográfico

Este primer invento aportaba las bases para una fácil y cómoda catalogación, pero dos años después sería desafiado por uno nuevo. En 1928, Zacarías Gómez presentó su estuche para conservar y ordenar discos fonográficos. El llamado disquero universal era descrito como una invención muy conveniente para los discos fonográficos de cualquier tamaño y grueso, pues, según se argumentaba, permitía mantenerlos protegidos contra las alteraciones causadas por la temperatura y posibilitaba un buen ordenamiento que facilitara encontrar el disco deseado (imágenes 5 y 6) [2].

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Imagen 5. Diseño alternativo de mueble y estuche para discos fonográficos.

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Imagen 6. Mueble y estuche para discos fonográficos.

Al igual que el primer invento mencionado, se hacía uso de una caja en la cual se colocaban los discos, pero estos se guardaban en estuches que evitaban que se pandearan o sufrieran cualquier deterioro. Los soportes fonográficos estaban ordenados alfabéticamente a partir de una cejilla o lengüeta con la letra con la que comenzaba el nombre de cada disco para así extraerlo de cada compartimento y regresarlo con facilidad (imágenes 7 y 8).

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Imagen 7. Perspectivas del estuche para discos fonográficos.

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Imagen 8. Perspectivas del estuche para discos fonográficos.

Si bien estos inventos de inicios del siglo XX parecen hoy en día algo muy sencillo, en aquella época marcaron los cimientos para dar inicio al ordenamiento, clasificación y resguardo de los archivos sonoros. Constituye un enigma conocer el destino futuro de tales inventos y la manera en que se integraron a la vida cotidiana de los mexicanos de aquella época. Descúbrelo a través de nuestros acervos, tus acervos.

 

Fuentes consultadas:

José A. Hernández Roldán, “Discos fonográficos”, en Preservación en archivos y bibliotecas: estrategias para promover el cuidado adecuado de nuestros acervos, Puerto Rico, 2019. <https://sites.google.com/upr.edu/cuidadocolecciones/materiales/discos-fonogr%C3%A1ficos>. [Consulta: 3 de marzo de 2022.]

[1] Patente para un archivero fonográfico, en AGN, México Independiente, Fomento y Obras Públicas, fondo Patentes y Marcas, legajo 4, exp. 62.

[2] Patente de un estuche para conservar y ordenar discos para fonógrafo denominado “disquero universal”, en AGN, México Independiente, Fomento y Obras Públicas, fondo Patentes y Marcas, legajo 4, exp. 64.