Durante la primera mitad del siglo XVIII, los constantes cambios económicos, políticos y sociales en la Nueva España posibilitaron la consolidación de las haciendas como principales centros productores y abastecedores de granos y ganado. El papel que tuvo la producción de las haciendas en la economía novohispana fue de tal importancia que requirieron expandir sus límites originales, lo que propició la invasión a tierras que mayormente pertenecían a comunidades indígenas y conflictos entre los hacendados y las comunidades.

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Uno de estos conflictos se suscitó en 1744 entre José de Monterde y Atillón, dueño de la hacienda Señor San José de Axacuba, y los habitantes del pueblo de Axacuba, un territorio perteneciente a la jurisdicción de Tetepango-Huipmtla (actual estado de Hidalgo).

Monterde, con el afán de expandir su territorio, se dio a la tarea de intentar destruir la casa de Alonso Hernández, uno de los vecinos, por medio de su posición económica. Así pues, recurrió a las autoridades para pedir que se midieran las leguas (medida de longitud para establecer las dimensiones de predios utilizada en los tribunales) de la vivienda de su vecino con el pretexto de que invadía parte de su propiedad. Además argumentó que necesitaba el espacio para elevar las cosechas y así hacer crecer el comercio del pueblo.

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El hacendado mandó a sus hombres a derribar su casa, pero el pueblo puso resistencia y salió a defender la tierra de Alonso. Entre el tumulto había un grupo de mujeres indígenas que repartieron garrotazos a quienes intentaban derribar la vivienda. Se armó un gran alboroto. Todo el poblado defendió a Alonso, excepto las autoridades eclesiásticas, quienes permanecieron dentro de la capilla.

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Cabe recalcar que no era la primera vez que José de Monterde buscaba adueñarse de los bienes privados o comunes del pueblo. Anteriormente había obstruido el acceso al abrevadero comunitario y lo había habilitado solo para el uso de sus animales con la justificación de que llevaba tiempo sin mantenimiento, mismo que él estaba dispuesto a dar, siempre y cuando fuera en beneficio de su territorio.

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El conflicto entre José de Monterde y Alonso Hernández escaló a las autoridades de la Real Audiencia quienes tomaron la decisión de iniciar un juicio en torno al límite de las tierras. Desafortunadamente también decidieron encarcelar a quienes habían participado en el alboroto y advirtieron que pasaría lo mismo con quien intentara hacer algo en contra de la hacienda de Monterde. Finalmente, durante el proceso liberaron a los involucrados en el altercado y para 1747 las autoridades pusieron fin al problema al delimitar las tierras tanto de la hacienda como del poblado.

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Referencia: AGN, Instituciones Coloniales, Criminal, vol. 53, exp. 20.

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*Las imágenes utilizadas para ilustrar el presente relato son una interpretación libre realizada por la subdirección de difusión del AGN y no pretenden representar con exactitud los hechos ni escenarios de la época.*