Dentro de la zona norte de la Ciudad de México se encuentra el Bosque de San Juan de Aragón, considerado como la segunda área verde más grande de la capital con actualmente 162,028 hectáreas de extensión territorial, las cuales están llenas de una basta historia que ha experimentado diversas transformaciones desde el período prehispánico hasta la época actual, quedando plasmada esta evolución en los documentos que se resguardan el Archivo General de la Nación.

La zona de San Juan de Aragón es territorio que perteneció al antiguo Lago de Texcoco, el más importante de los síes cuerpos de agua que rodeaban la mítica Ciudad de Tenochtitlan, y que a su caída en 1521, debido a la incursión de los conquistadores españoles, se dio comienzo a su desecación.

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El asentamiento de esta zona tiene su origen en la localidad de Santiago Tlatelolco, la cual fue despojada de sus pobladores naturales con la llegada de los españoles para ser dada en retribución a Blas López de Aragón, por prestar sus servicios militares a la Corona Española. Éste fundó la Hacienda de Santa Ana, dedicándose a la producción de maíz, trigo y arvejón, además de la práctica de la ganadería por lo que se construyeron presas, puentes, caballerías y se delimitó el paso del Río de Guadalupe por dicha hacienda, de las aguas del Río de Tlalnepantla – zona conocida hoy como el Acueducto de Guadalupe –. [1]

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Don Blas López de Aragón cobró por años tributo a los indios naturales de la parcialidad para mantenerse dentro del territorio, lo que muchas veces lo llevó a tener conflictos de arrendamientos con los pobladores y reparto de tierras con otros hacendados como se pude observar en diversos documentos de los fondos documentales Tierras e Indios que el Archivo General de la Nación (AGN) resguarda. Al morir López de Aragón, la administración quedó en manos del Marqués Miguel de Berrio y Saldívar, quien renombró el lugar como la “Hacienda de Aragón”, en honor a su fundador, pero con el paso del tiempo la hacienda fue perdiendo su valor económico.[2]

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Ya entrados en el México independiente, fue cuando el entonces presidente Ignacio Comonfort decretó el 13 de septiembre de 1857, el reconocimiento legal del Pueblo de San Juan de Aragón, nombre que recibió por un santo al que los habitantes le dedicaban una fiesta cada año.[3] Ya con la denominación de pueblo, el territorio resurgió económicamente de la mano Francisco Anaya, cacique que se dedicó a la extracción de sal.

En la primera década del siglo XX fue instalado el Vivero de Aragón, el cual era parte de proyecto de forestación de La Junta Central de Bosques y Arbolados creada por Miguel Ángel de Quevedo, este vivero era dotado por la flora producida en el vivero de Coyoacán y se hacían trabajos de preparación de terreno, riegos, arreglos de cepas, arreglo de cajetes, plantación, vigilancia del lugar y trabajaos para usar el agua proveniente del gran canal.[4]

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Con la consumación de La Revolución Mexicana, el territorio fue fraccionado en ejidos como parte de la distribución de tierras a los campesinos, varios terrenos quedaron baldíos debido a que el tipo de suelo salitroso desfavorecía el crecimiento de abundante vegetación e impidió que fuera una zona de cultivo intenso. Fue entonces que para el sexenio de Lázaro Cárdenas del Río se comenzó las labores de reforestación en las zonas que ya habían agotado su reserva salina.

El propósito principal de crear una población forestal fue para evitar que se crearan remolinos de polvo que afectaran la parte que se tenía planeada urbanizar con el asentamiento de unidades habitacionales. Este trabajo fue comisionado al ingeniero Loreto Fabela, quien después de una serie de dificultades para acondicionar el terreno, sentaría las bases de lo que hoy conocemos como el Bosque de San Juan de Aragón. [5]

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Pero no sería hasta el 1 de marzo de 1962 que el gobierno de Adolfo López Mateos publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el cual se expropiaron 885.39-72 hectáreas de terreno ejidal al poblado de San Juan de Aragón a favor del Departamento del Distrito Federal, para la construcción de campos deportivos recreativos que acompañaran a las habitaciones populares.[6]

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Finalmente, el 20 de noviembre de 1964 se inauguró el Bosque de San Juan de Aragón convirtiéndose en el pulmón norte de la Ciudad de México al ser el espacio que trajo con su lago artificial una pequeña porción de agua al territorio que albergó parte del Lago de Texcoco y que durante más de cuarenta años ha creado un espacio de refugio para diversas especies de flora, y aves que recientemente cuentan con una playa para su estancia migratoria en los humedales que fungen como vaso regulador para mejorar la calidad del 70 porciento de su zona verde.  

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[1] AGN, Instituciones Coloniales, Tierras, Volumen 641, Expediente 15.

[2] AGN, Instituciones Coloniales, Indios, Caja, 6224, Expediente 15.

[3] AGN, México Independiente, Gobernación Relaciones y Exteriores, Gobernación, Gobernación: Sin Sección, Caja 0920, Expediente 9.

[4] AGN, Fomento, Bosques, Caja 32, Expediente 1276.

[5] AGN, México Contemporáneo, Archivos Presidenciales, Adolfo López Mateos, Ejidos D. F. San Juan de Aragón, 404.1/1595-caja 293.

[6] AGN, Hemeroteca Ignacio Cubas, Diario Oficial.