Al iniciar el siglo XIX, las grandes urbes del territorio novohispano continuaban siendo percibidas como desastrosas, desordenadas y, en ocasiones, hasta con una imagen poco insalubre, ya fuera por problemas de higiene o por la alta cantidad de personas etiquetadas como ociosas o vagas, además de los ya considerados mendigos que deambulaban por las ciudades y daban un aspecto de pobreza social. Por dichos motivos, desde la época virreinal los vagabundos fueron considerados como individuos que rompían con las normas y causaban grandes perjuicios a la sociedad, pues eran vistos como potenciales sujetos a delinquir o entregarse a los vicios, tales como la bebida, los juegos, las apuestas y la promiscuidad.

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Por estas razones se adoptaron medidas para combatir la vagancia como parte de las reformas a la población locataria de los diversos centros urbanos. Una de estas medidas fue la acción militar conocida como “la leva”, una práctica que consistía en el reclutamiento forzoso dentro de la milicia de la Nueva España con la finalidad de nutrir las filas del ejército y fortalecer la defensa en la región norte del territorio.

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Como consecuencia de esta ley encontramos casos particulares como el de Domingo Ximenez, quien en 1806, en la localidad de Xonacantepec, jurisdicción de Cuernavaca, fue remitido a las autoridades locales acusado por el teniente de justicia de dicha región por los delitos de “ocio, vago y mal entretenido”, además de imputarle un supuesto vicio con las mujeres, pues había perjudicado el matrimonio de un individuo mencionado como “un vecino honrado”. Ante dicha denuncia, Domingo debía ser remitido a un presidio, pero, debido a su edad y características físicas, fue considerado como principal candidato a ser reclutado para algún regimiento militar.

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Al llegar la causa a la Ciudad de México, se pidió que el prisionero fuera transferido a la capital custodiado por algunos guardias para que lo acompañaran en todo momento en su traslado hasta la Real Corte, ahí se le comunicó que los delitos por los que era acusado eran irreversibles y su sentencia sería determinada a conveniencia de la Real Sala del Crimen. Ante dicha situación, Domingo Ximenez manifestó ser culpable de todo cargo, pidiendo que antes de cualquier condena que se determinara, se inclinaba a estar al servicio de la milicia, ofreciéndose como voluntario al Regimiento de Dragones de España.

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Ante los diversos casos suscitados como el de Domingo Ximenez, en el que se puede notar un proceso judicial sin investigación, diligencias ni testigos, con el propósito de evitar ser reclutados, los vagos y personas sin hogar desarrollaron una estrategia de resistencia que consistía en moverse de un punto a otro para evitar las pesquisas que se realizaban en determinados barrios donde se llegaban a establecer.    

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Referencia: AGN, Instituciones Coloniales, Indiferente Virreinal, caja 0002, exp. 012, (Criminal Caja 0002).

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*Las imágenes utilizadas para ilustrar el presente relato son una interpretación libre realizada por la subdirección de difusión del AGN y no pretenden representar con exactitud los hechos ni escenarios de la época.*