La celebración de la navidad en el mes de diciembre dentro del calendario gregoriano responde a la intención que se tuvo de enlazar la celebración católica de la Natividad, que refiere al nacimiento de Jesús, con los festejos antiguos del solsticio de invierno tales como la ceremonia de las saturnales de la antigua Roma, asimismo el invierno estaba relacionado al periodo de paz puesto que Marte, dios de la guerra, también era el dios de la primavera, por la razón de que la estación de la guerra empezaba al terminar el invierno.
Otro caso se puede encontrar en los antiguos griegos quienes relacionaban el solsticio de invierno con la tranquilidad ya que en la mitología helénica Zeus había ordenado que durante los siete días antes y los siete que preceden al solsticio los vientos se calmen para que Alcíone en su forma de ave pudiera empollar. En esos días los navegantes del mar Egeo no conocían la tempestad denominando esa temporada los días de alción, el tiempo de la tranquilidad.
Estas celebraciones serán sustituidas ante la expansión y consolidación del catolicismo en toda Europa, las distintas creencias fueron sumando a la celebración del catolicismo de la Natividad un carácter propio a la temporada decembrina. Por ejemplo, de los romanos se recuperó la idea de la divinidad latina Estreina o Estrenua relacionada a la salud que era venerada con el intercambio recíproco de regalos.
Al volverse una fiesta de carácter popular se fueron sumado elementos particulares de distintas regiones, algunas han permeado de manera general, como es el caso de Santa Claus o Papá Noel que se ha insertado dentro de un amplio mercado mundial que han hecho de su imagen un icono de las festividades decembrina, al igual que el Árbol navideño que tiene su origen en la antigua cultura celta que durante el solsticio de invierno adornaban un árbol con manzanas y otras ofrendas lo que hacían del árbol un objeto sagrado que posteriormente fue recuperado e introducido en otras culturas hasta ser adoptado de manera popular a razón de haber sido usado en una navidad por la reina Victoria en el siglo XIX.
El muérdago fue otro de los elementos sagrados utilizados por los druidas celtas, quienes dotaron de un carácter mágico y curativo a esta planta misma que fue recuperada por los ingleses como adorno navideño conservando su sentido mágico para las parejas en la Nochebuena.
En México la navidad se ha desarrollado con elementos particulares de las festividades hispanas introducidas durante el virreinato, entre aquellos elementos podemos mencionar los nacimientos cuyo origen se remontan a las representaciones franciscanas del siglo XIII que recreaban el nacimiento de Jesús, con el tiempo esta práctica se representó en el palacio real de la Corona de España durante el reinado de Carlos III, con el pasar del tiempo se hizo costumbre dentro de los hogares. En el caso de las familias mexicanas por lo general los pesebres de Belén se crean a partir de los paisajes rurales de nuestro país al utilizarse heno y musgo, sin embargo, su extracción genera un alto impacto ecológico.
Algo significativo que uno puede encontrar en los nacimientos populares de México es la presencia de las figuras de los tres reyes magos: Melchor, Gaspar y Baltasar, los cuales son colocados en el nacimiento recordando la narración bíblica sobre la Epifanía que corresponde a la adoración del niño Jesús por parte de los reyes magos que fueron guiados por una estrella hasta llegar a Belén. Asimismo, se tiene como tradición que cada 6 de enero Melchor, Gaspar y Baltasar son los encargados de visitar a los niños y niñas para dejar juguetes cerca del nacimiento o árbol de navidad.
En el Archivo General de la Nación se preservan varios elementos culturales como fotografías, partituras, cuentos, obras, postales, entre otras piezas documentales que permiten recuperar las tradiciones navideñas que dentro de los hogares mexicanos se viven y cambian con el tiempo.