Durante el periodo colonial de la Nueva España, diversas epidemias azotaron a la población. Algunas de las enfermedades responsables de las catastróficas epidemias fueron conocidas como tabardetes, tabardillo, matlasagua o tifo, las cuales afectaron gravemente a la población desde el siglo XVII hasta inicios del siglo XIX[1].

Una de las principales fuentes documentales que narran lo sucedido son los registros de las actividades parroquiales y las cartas dirigidas a las autoridades eclesiásticas o al rey. Estos documentos contienen información crucial para comprender la magnitud de los eventos. A través de estos registros, es posible observar que los sacerdotes desempeñaron un papel crucial en la intervención y gestión de la enfermedad, lo que resultó fundamental para mantener las actividades en las provincias.

En este contexto, Carlos, un habitante del norte de la Nueva España afectado por el “matlasagua”, relató en una carta su preocupación por la epidemia que estaba afectando a la población, así como a las misiones eclesiásticas. En el Archivo General de la Nación se encuentra el fondo Archivo de Hacienda, el cual resguarda una serie de cartas e informes sobre la epidemia de viruela y del “matlasagua” o “tabardillo”. Es esta ocasión, a partir de un trabajo de transcripción paleográfica, se muestra una carta escrita por Carlos, la cual se encuentra en el fondo antes mencionado[2].

Me llamo Carlos y escribo estas líneas en medio de terribles condiciones de salud. Fue el fatídico día 11 de octubre de 1764 cuando contraje el tabardillo o matlasagua, [una enfermedad cruel que trae consigo fiebres altas, delirios e inflamación de órganos vitales como el bazo y el hígado, además de complicaciones cardíacas y neurológicas]. Tres meses han pasado desde entonces, y mientras redacto esta carta, me encuentro flaco y debilitado, apenas saliendo de la convalecencia que ha marcado mis últimos noviembre y diciembre.

Pero mi sufrimiento no es único. El año pasado, las provincias fueron asoladas por diversas enfermedades, como la viruela, el matlasagua y los tabardillos, cobrando muchas vidas y dejando a muchos más enfermos. La carga de administrar la enfermedad y enterrar a los fallecidos ha recaído en los padres, quienes han visto cómo la muerte también los acecha. Afortunadamente, en mi provincia nadie ha muerto, y todos están mostrando signos de mejoría.

Sin embargo, mi preocupación es grave. Recientemente, un padre que ocupaba un cargo vital cayó gravemente enfermo en su casa y falleció antes de poder recibir ayuda. La situación con los padres es crítica, como lo demostró el trágico destino del Padre Francisco Loaiza durante la primera misa de este año, ya que le dio un fuerte dolor que en menos de una hora le quitó la vida.

Aunque se enviaron tres padres a nuestra provincia, ninguno ha llegado. Por lo que sé, uno fue detenido en Taraumara,[3] otro en Durango y el tercero quedó varado en Sinaloa. Hago una súplica desesperada para que los padres destinados a nuestra provincia no encuentren obstáculos en su camino, pues su presencia es vital en estos momentos difíciles.

Entiendo que la razón de su demora es la condición lamentable que enfrentamos, con tantas muertes que necesitan atención urgente. Sin embargo, esta situación también ha dejado vacantes en Sonora durante años, impidiendo la realización de misiones que ahora recaen únicamente sobre nosotros. El tabardillo ha afectado mi capacidad para llevar a cabo estas tareas, y veo con desesperación cómo nuestras provincias carecen de esa importante intervención.

Con la esperanza de que esta carta llegue a quien pueda resolver nuestra angustiante situación, la envío con la firme convicción de que no estamos solos en esta lucha contra la enfermedad.[4]

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Imagen 1: Carta de Carlos, en la cual relata su afectación de “matlasagua” así como la preocupación por su provincia.

Referencia: AGN, Instituciones Coloniales, Archivo Histórico de Hacienda, Archivo Histórico de Hacienda (1ra. Serie), vol. 17/22743/8, exp. 8.

En el fondo Archivo de Hacienda se encuentran testimonios valiosos que nos permiten adentrarnos en los caóticos momentos que vivieron nuestros antepasados durante las epidemias coloniales. Las cartas como la de Carlos, afectado por el “tabardillo” o “matlasagua”, nos revelan la angustia y el sufrimiento que experimentaron quienes enfrentaron estas enfermedades mortales.

La epidemia de “tabardillo o matlasagua” fue una devastadora realidad que afectó gravemente a la población novohispana desde el siglo XVII hasta inicios del siglo XIX. Esta enfermedad, conocidas también como “tabardetes o tifos”, dejaron un rastro de sufrimiento y preocupación en los pobladores. Los registros de actividades parroquiales y las cartas enviadas a las autoridades eclesiásticas y al rey son testimonios de la magnitud de estas epidemias, así como del papel crucial que desempeñaron los sacerdotes en el control de las enfermedades. Uno de estos relatos es el de Carlos, quien a través de una carta describe la angustia que vivió por la situación. En el fondo Archivo de Hacienda, encontramos valiosos testimonios que nos permiten comprender mejor estos difíciles momentos de la historia colonial.

Referencias:

AGN, Instituciones Coloniales, Archivo Histórico de Hacienda, Archivo Histórico de Hacienda (1ra. Serie), vol. 17/22743/8, exp. 8.

Canales Guerrero, Pedro, “Historia natural del tifo epidémico: comprender la alta incidencia y rapidez en la transmisión de la Rickettsia prowazekii”, en José Gustavo González Flores, (coord.), Epidemias de matlazahuatl, tabardillo y tifo en Nueva España y México, México, Quintanilla Ediciones, 2017, pp. 12-13, disponible  en http://www.investigacionyposgrado.uadec.mx/libros/2017/2017EpidemiasComprimido.pdf (Consultado el 8 de febrero de 2024)

[1] Canales Guerrero, “Historia natural del tifo epidémico: comprender la alta incidencia y rapidez en la transmisión de la Rickettsia prowazekii”, p. 12

[2] Es conveniente mencionar que se modificaron frases y palabras a fin de mejorar su comprensión y acercarnos a lo vivido en aquella época:

[3] El nombre del lugar está escrito tal cual se encuentra en los documentos consultados.

[4] AGN, Instituciones Coloniales, Archivo Histórico de Hacienda, Archivo Histórico de Hacienda (1ra. Serie), vol. 17/22743/8, exp. 8