Los antiguos pobladores prehispánicos solo consumían pulque en festividades y banquetes, puesto que fungía como una bebida ceremonial que había sido otorgada por los dioses, particularmente por Mayahuel, la diosa del agave, así que las borracheras estaban prohibidas. Durante el Virreinato, esta bebida perdió su carácter sagrado y dejó de consumirse en un sentido espiritual para pasar a ser un producto comercial redituable tanto para los indígenas como para los españoles.
En 1596, la jurisdicción de Tacubaya fue una de las regiones productoras de pulque que sufrió la apropiación cultural de los españoles, pues cuando esta zona totalmente poblada por indios se convirtió en parte de los territorios que formaron el marquesado de Hernán Cortés, el entonces virrey de la Nueva España, Gaspar de Zúñiga Acevedo y Velasco, vio el potencial económico en la producción del pulque y la ganancia que podía proporcionar a la corona española, así que les consignó a los pobladores la elaboración de esta bebida como principal actividad económica y les exigió un pago de impuestos y calidad.
Muy pronto esto trajo problemas entre los barrios que componían la villa de Tacubaya, pues algunos de ellos le pidieron al virrey rectificar la licencia que había concedido para que todos los indios e indias originarios de la villa pudieran beneficiarse de la raíz del maguey, la cual era utilizada en el proceso de fermentación del aguamiel y además aumentaba la calidad del pulque, pues hacía que se conservara en mejor estado por más tiempo y tuviera un color blanco, en lugar de amarillo, ya que tres barrios se habían apropiado de ella y les dejaba una ganancia de hasta dos o tres reales a comparación de los productores que no contaban con este recurso.
A sabiendas de que esta raíz propiciaba que el pulque tuviera mayor remuneración, el propio virrey decidió presentarse en el territorio de Tacubaya para terminar con los pleitos derivados. Explicó que el proceso para elaborar la bebida debía ser el mismo para beneficiar económicamente a todos sus pobladores y al gobierno novohispano, por lo que rectificó la licencia antes dictada y repuso los daños dejando que por cuatro meses los productores de los barrios afectados fueran acreedores a tres reales por la venta del pulque.
Sin embargo, aunque esto mermó el problema en su momento, con los años se presentaron nuevos pleitos entre los indios originarios de Tacubaya y mulatos que llegaban a apropiarse de tierras con magueyes y gozaban de las ganancias. El pulque ya era parte de la vida cotidiana de la gente del centro de la capital novohispana que lo utilizaba como un digestivo para después de comer, por lo que se había vuelto sumamente redituable en materia económica. Todo esto hizo que tanto indígenas como las demás castas dejaran atrás el valor ancestral de esta bebida.
Referencia: AGN, Instituciones Coloniales, indios, vol. 6, 1a. parte, exp. 1166.
----------