Dentro del programa Maravillas de nuestra historia, el AGN tendrá en exhibición dos ilustraciones sobre el Proceso de los Távora: juicio en contra de la familia Távora por el intento de asesinato del rey José I de Portugal, en 1758, que culminó con la ejecución pública de los Távora y sus parientes próximos, en 1759.

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Como antecedentes a la presentación ante un tribunal y la consecuente condena de una de las familias nobles más importantes de Portugal, se tiene la disputa que se desató entre la marquesa Leonor de Távora y Sebastião de Melo, primer ministro del rey José I.

El enconó entre el ministro y los Távora fue motivado por el origen plebeyo de Sebastião de Melo; y encontró su clímax la noche del 3 de septiembre de 1758, cuando la carroza en que viajaba de incógnito José I, después de visitar a su amante —Teresa Leonor de Távora—, fue interceptado por tres hombres quienes dispararon contra los ocupantes.

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Ante el intento de magnicidio, Sebastião de Melo se dio a la tarea de dar con los culpables y, en menos de dos días, logró hacer confesar a dos sospechosos, que señalaron a los miembros de la familia Távora como los autores intelectuales del crimen. En las siguientes semanas, la marquesa Leonor de Távora, su marido, todos sus hijos, hijas y nietos fueron encarcelados: se les acusó de alta traición. Las pruebas presentadas contra los Távora eran simples: las confesiones de los asesinos ejecutados.

Los Távora negaron las acusaciones, pero fueron condenados a muerte. Se confiscaron sus bienes, se eliminó su nombre de la nobleza y se prohibieron sus insignias. El castigo contra quienes, supuestamente, atentaron contra el rey fue ejemplar. El 13 de enero de 1759 fueron torturados públicamente en un descampado de Lisboa. La ejecución fue violenta, incluso para la época: se les rompieron las extremidades y se les decapitó. El resto de su cuerpo fue incinerado y sus cenizas se arrojaron al río Tajo.

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Las represalias alcanzaron al confesor de Leonor de Távora, Gabriel Malagrida quien fue quemado vivo, y la orden a la que pertenecía, la Compañía de Jesús, fue declarada ilegal y expulsada de Portugal. En recompensa, Sebastião de Melo fue nombrado conde de Oeiras y más tarde, en 1770, obtuvo el título de marqués de Pombal.

Una consecuencia inmediata del asesinato de los Távora, fue que al ascender al trono María I abolió la pena de muerte, destituyó de todos sus cargos al marqués de Pombal y lo expulsó de Lisboa. La ejecución de los Távora fue, además de un mensaje para los nobles, una lección de lo que suponía rebelarse contra el poder, en un período en que se estaban consolidando las monarquías absolutistas.

La pieza del mes fue inaugurada por estudiantes del Instituto Bonampak, campus Cuernavaca. Estará en exposición durante junio y julio; y puedes visitarla de lunes a viernes, de 9:00 a 17:00 horas; y sábados de 10:00 a 16:00 horas.

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